7.1.12

Nuevos vinilos chilenos: Para los arqueólogos del futuro

La música nacional hace eco de la tendencia planetaria y añade títulos a su cartelera de lanzamientos en vinilo. ¿Nostalgia? Sólo un poco. Lo que en realidad propone este formato es una actualizada resistencia a la frialdad del MP3.

La última celebración del día de las disquerías independientes (Record Store Day), acontecida el pasado 16 de abril, dejó como conclusión que el vinilo nuevamente puede ser un formato rentable y -en cierta medida- un parche para la hemorragia que sufre la industria. Alrededor de 250 títulos, muchos de ellos especiales para la ocasión, fueron los protagonistas de una fiesta que dejó alegres números azules y legó flamantes títulos de tiraje limitado a los catálogos de bandas como Mastodon, Foo Fighters, Deftones y Radiohead. Si bien Chile está lejos de esas cifras, no atreverse a soñar con una instancia similar sería cortarle las alas al impulso que vive la edición de grupos nacionales en acetato, fenómeno en pleno desarrollo.

Varios long play de grupos chilenos –especialmente de metal y hardcore, aunque también del rock de los ‘60- distribuidos por sellos extranjeros, eventos como la Gran Feria del Vinilo que se realizó en octubre de 2010 o las ventas en Bar Loreto a cargo de Hugo Chávez (ex dueño de la recordada disquería Background), compradores que buscan en el Persa Bío Bío, en la calle San Diego, en Providencia o en línea con tal de conseguir lo que desean. Antecedentes de una fuerza colectiva que, por trasvase, cimentó que los últimos cuatro años acusen un palpable aumento en la producción de vinilos, que hoy tiene a nombres como The Ganjas, Contra Todos Mis Miedos, Pedropiedra y Watch Out! ampliando la oferta con sus más recientes entregas.

Es el reencuentro con una tradición que fue mancillada por la dictadura. Antes de Pinochet, etiquetas como RCA, EMI, Philips, Dicap y Banglad propiciaron la fabricación y distribución de elepés en volúmenes cuantiosos, que hicieron de Chile una potencia regional en el ámbito, pero el auge quedó en nada con la destrucción de máquinas para prensar discos e invaluables cintas master de músicos considerados un peligro para el régimen, debido a los mensajes de sus canciones. Posteriores lanzamientos criollos serían facturados en Argentina o Brasil (donde actualmente está Polysom, coloso único del rubro en Sudamérica), hasta la llegada del cassette y luego del CD, contrincante de la piratería noqueado posteriormente por la compresión MP3 y el tráfico en línea.

Pero el archivo digital no tiene cómo hacerle frente al vinilo, su antítesis, antagonista natural de todo lo que el MP3 –incorpóreo y portátil- representa. Esta nueva exploración del acetato y sus virtudes “más que a cierta moda, responde a una decantación lógica de la industria, en la que la música básicamente se remite al romántico a la antigua”, según Iván Daguer, uno de los fundadores del sello Pasta Base. En 2008, la etiqueta lanzó el primer disco del colectivo experimental La Banda’s en long play y en 2010, el debut homónimo de The Psychedelic Schafferson Jetplane, cuya secuela está en carpeta para este año.

Otro proyecto que Pasta Base tiene en mente es la reedición del recopilatorio “Bazar Biarritz” de 2008, originalmente aparecido en CD-R, donde figuran oscuros –al ojo popular- personajes encabezados por The Cindy Sisters (auténtico mito de la nueva psicodelia chilena, de efímera vida y palpitante trascendencia). Aunque si de rescate se trata, nada como el colosal emprendimiento del periodista Andrés Padilla, adalid de Corvus Discos y escritor del libro “Retrospectiva al Metal Chileno (1983 – 1993)”.

En su edición limitada, la exhaustiva investigación incluía un vinilo con canciones de seminales del thrash metal patrio como Dorso, Massacre, Necrosis, Cancerbero y Torturer. “Parece ridículo, pero en la historia del movimiento metalero, nunca se había editado un compilado de estas características, ni siquiera en CD o cassette”, cuenta el autor, acusando los vacíos de registro que enfrenta cualquier interesado en abordar la música chilena. De la mano de Padilla, Corvus también ha desempolvado material de la leyenda death metal Totten Korps y la ópera prima de los stoners Yajaira. Para el próximo año, la plataforma anuncia la salida de “Underground Never Dies”, segunda parte de “Retrospectiva al Metal Chileno”.

Desde la trinchera hardcore, una de las fuerzas más reconocibles es la de Amendment Records, etiqueta fundada por Pablo Duran. Su catálogo cuenta, entre otros, con Remission, Approach, Contra Todos Mis Miedos (ex Against All My Fears) y Remains To Be Seen. Pero, además, suma entre sus últimos destacados los 7 pulgadas de Invierno –emprendimiento conjunto entre miembros de Remission y el ex cantante de Approach- y “El Espíritu Intacto, La Esperanza de Pie” de los retornados Entrefuego. Pensadas en coleccionistas, las ediciones de Amendment suelen estar disponible en más de un tipo de vinilo (hay negros, transparentes y de colores), asegurando la adquisición de un objeto único, casi sagrado.

MATERIALISMO DIALÉCTICO

“Editar en vinilo es el sueño romántico de todo músico en la actualidad”, dice Lucifer, guitarrista de Voodoo Zombie, grupo cuyo debut homónimo fue lanzado como long play en Alemania por Crazy Love Records. “La ventaja que veo es lo atractivo del producto con fotos grandes y espacio en donde puedes explotar mejor la imagen de tu banda”, complementa. Para Pedropiedra, quien acaba de lanzar en vinilo su nuevo álbum, “Cripta y Vida”, el fenómeno ocurre por “motivos tácticos, románticos y empresariales. Hoy en día, un CD es casi como un artículo promocional o una tarjeta de presentación, no así el vinilo, que se cuida y se guarda como una especie de tesoro”.

Quemasucabeza, el sello que alberga a Pedropiedra, apostó por traducir su catálogo al acetato y así “Audiovisión” (2010), la aplaudida tercera entrega de Gepe, también vio la luz en esa forma. “Es mucho más fiel a algo que no estoy seguro cómo describir, pero tiene que ver con el amor al objeto, a lo físico que un disco tenía por lo menos hace algunos años y que se perdió con el tiempo. De ninguna forma es nostalgia, es sólo que el disfrute que otorga el vinilo es muy valioso, por lo tanto debe ser reivindicado”, opina el solista.

Próximamente, la discográfica lanzará la placa homónima de Caravana, proyecto de Rodrigo Santis, miembro de Congelador y fundador de la etiqueta, quien afirma que “el vinilo es el más noble de los formatos físicos. Tiene el atractivo de lo mecánico y lo eléctrico, además de una portada de gran tamaño, lo que le da solemnidad y carácter de pieza de colección. Entre tanta cosa virtual, lo análogo nos parece mágico”. En paralelo, Quemasucabeza prepara la salida de “Libre Para Regurgitar La Intemperie”, el regreso del dúo Mostro tras cinco años desde su último trabajo, “Consumido Por Pájaros”. Sus contemporáneos de Familea Miranda, afincados en España, hicieron lo propio con el álbum “Dramones” (2010) gracias a la plataforma catalana BCore (material disponible en Santiago en la tienda Bendito Deseo).

Un personaje importante en esta seguidilla de lanzamientos es Oliver Knust Restucci de Discos Río Bueno, que desde México ha asesorado la fabricación en acetato de los larga duración de Pituquitos, Gepe, Pedropiedra y Los Dolores, mientras ayuda con las venideras placas de Mostro y Caravana. Entre sus emprendimientos, destaca el recopilatorio “Trile”, esfuerzo coordinado con la etiqueta valdiviana Tue Tue, BYM Records (ver recuadro), Quemasucabeza y Algorecords. Con los últimos alistan “Tostado” (2010) de Perrosky, ahora en 12 pulgadas y a modo de co-producción, luego de que el dúo se estrenara en abril con vinilo del single ‘En La Línea’, extraído de ese mismo álbum. The Ganjas, parte del mismo clan, está presentando el recién prensado “Resistance”.

Con candidez, Knust reconoce que una de las ventajas del formato es que “se vende, no se regala, a diferencia de los CDs con los, que entre promo y amigos, terminas agotando buena parte de las copias”. Iván Molina, baterista del trío sureño Pituquitos, define haber sacado el disco “Sé Que Me Voy A Quemar” (2010) en vinilo como “darse un gusto, probar mercado y proveedores, experimentar, marcar tendencia desde la provincia y optar a la internacionalización”. Asimismo, asume la importancia del Fondart en el experimento cuando dice que llevarlo a cabo se debió, en cierta medida, a “tener las lucas”.

En la vereda opuesta, pero corroborando que los gastos son considerables, Iván Daguer cuenta que en Pasta Base “todo se ha financiado con nuestro dinero. Mandar a hacer discos sin financiamiento es bastante complicado puesto que, para nuestros estándares de vida, implica un costo elevadísimo.

Por otro lado, somos un sello independiente y no me gustaría tener un logo del gobierno o de alguna marca de jeans o cerveza impresa en nuestros elepés”. De ahí nace su política de trabajar con un stock pequeño de álbumes, mantenida en vista de que el principal ingreso de esta microempresa viene del fetichismo melómano de compradores extranjeros y no del público masivo.

“Quizás el punto negativo que tuvo la tecnología, con todos sus avances en materia de fidelidad, es que el humano se convirtió en un esclavo de ella. Y obviamente ahora para escuchar profesional o meramente bien los vinilos, hay que invertir una buena suma de dinero en parlantes, tornamesa, aguja, receiver, etcétera, etcétera”, señala Andrés Padilla de Corvus Discos. “Es todo un proceso que es mucho más complicado que hacer copy and paste y llenar de musica digital tu iPod”, complementa Daguer, para quien la importancia cultural de este aprendizaje y su posterior aplicación es “que no haya que esperar 20 años a que un gringo de paseo descubra música en Chile para que salga editada. Los vinilos serán los testimonios tangibles de nuestro patrimonio sonoro y lamentablemente, el mundo digital falló en eso”.

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RECUADRO

BYM: SE CUENTA EL MILAGRO

El sello Blow Your Mind (en adelante, BYM) opera desde 2009, pero este año comenzó a fabricar vinilos artesanalmente, luego de comprar una máquina cuyo origen y características sus miembros prefieren omitir. La adquisición les permitió dar el salto hacia una inusitada forma de independencia en Chile, la anhelada autonomía absoluta. Dado que ellos prensan su propio material, la cadena productiva (o todo lo que pasa desde la primera idea de canción hasta tener el disco en las manos) comienza y termina a puertas cerradas.

“Ya no dependemos de nadie, apenas sale un tema nuevo, podemos sacar el single con un arte rico, fabricarlo y hacer una fiesta de lanzamiento de verdad, no como ahora que se presentan los temas en mp3. Que sea igual que antes, cuando el single en vinilo era un concepto, en un lado venía la versión original y en el otro, la remezcla para las fiestas. Parecido a lo que ocurría en los comienzos del reggae en Jamaica”, dice Ignacio Rodríguez, dueño de la plataforma.

Abocado al garage y la psicodelia, BYM acumula proyectos que implican la edición de grupos de la casa (entre los que destacan “Flashbacker” de Watch Out!, “Just What Is Real” de La Hell Gang y “Jinete Galáctico” de Vuélvete Loca) y también algunos trabajos para externos (“pero todos conocidos nuestros”, aclaran). “Algunos consideran más lo-fi o charcha lo que hacemos porque es orgánico y sin tanta mano metida, pero mucha de la música que nos encanta era así y estaba en vinilo, por ahí va nuestra convicción”, aseguran.

“A mí manera de ver, es el medio donde se escucha mejor la música y es perfecto como soporte final porque establece una conexión mucho más emocional con la música en la que existe el rito de escuchar el disco entero y no saltarse los temas. Además, no se puede piratear, eso hace que se valore la obra completa. Lo que más cuesta es distribuirlo porque en las tiendas nos miran a huevo por ser chilenos y underground. Piensan siempre con codicia y cuando el norte es la plata, las cosas no funcionan”, reflexiona Rodríguez. “Muchas personas se complican con el tema de comprarse una tornamesa, porque creen que son muy caras, pero la mayoría después se gasta no sé cuánta plata en copete cuando sale a carretear”.

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FRASES

“No se clona, tiene sus fans a muerte y el formato es más digno, se escucha con compulsión, todo de pe a pa. Si hay que comercializar la música como obra de arte, es la mejor alternativa, porque no hay nada similar y tan respetuoso, el objeto vale la pena, es bello. Y lo más importante es que exige compromiso, no es sólo divertimento banal. Creo que el vinilo, como objeto, soporte, entorno y ritual, se acerca mil veces más a la verdadera experiencia del rock y la contracultura”.

Iván Molina

“Lo que mucha gente no sabe es que nunca se han dejado de fabricar vinilos. Que muchas personas hayan preferido escuchar su música en un MP3 portátil, o en su iPhone de última generación, es otra cosa”.

Andrés Padilla

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