25.1.12

Fármacos: Sin prescripción


La cosecha 2011 no hizo más que confirmar lo que 2010 anunció con bombos y platillos: en Chile, la música está en plena ebullición. Decenas de buenos discos aparecieron, algunos con mejor suerte mediática que otros, para abrirle paso a una nueva temporada de lanzamientos que se avecina todavía más generosa en calidad y cantidad. 

Entre lo que dejó el año pasado, un material digno de rescate es el EP “Abril” del grupo Fármacos. Melódico, bien ambientado y con un lúcido sentido del formato canción, la placa sirvió para que la blogósfera chilena comenzara a tomar en cuenta la propuesta de este proyecto, encabezado por el multiinstrumentista Diego Ridolfi.

Los inicios de Fármacos se remontan al 2008, cuando Ridolfi estaba alucinando con Sigur Rós, Mogwai, Brian Eno y el sonido ambient. Sin una red de contactos para comenzar su propia banda, el músico buscó otras manos para grabar su primer EP. “Ahí conocí a Sebastián Rehbein. Él tenía un pequeño estudio y le pedí que me ayudara con la grabación y la producción del disco. Ese proceso fue bastante largo porque no fue muy continuo, yo me desmotivé un poco con el tiempo, me daba lata hacer un disco sin banda y que al final sólo quedara el registro y nada más”, cuenta el artífice del empalme, sobre la época en que todavía estaba solo.

De esa colaboración nació el primer EP de Fármacos, fruto de las influencias de Ridolfi y de su trabajo en música incidental. “Me pasaba todo el día pegado escuchando música pegada y haciendo música pegada”, cuenta el multiinstrumentista, “el nombre Fármacos siempre me estuvo dando vueltas como para llamar así a un proyecto. Cuando me hice el MySpace, fue el primer nombre que puse y estaba libre así que lo ocupé. Me hace mucho sentido por largos periodos en que los tuve que consumir, como solución ante problemas siquiátricos en los cuales prácticamente dependía de ellos”.

Poca actividad tuvo el novel conjunto en esa etapa primigenia. Una tocata en un restorán fue su debut en vivo, ante unas 20 personas, según recuerdan ellos mismos. “Fue de culto”, aseguran. Un año completo pasó para que Ridolfi volviera a pensar en el grupo, esta vez más en serio, con miras a retomar el trabajo que dejó inconcluso luego su debut, un material que sigue en su perfil de Soundcloud como fiel testimonio de esa época en que sus influencias eran sonidos incidentales. Nombres como Joy Division, Talk Talk, Boards of Canada, Charly García, Astor Piazzolla y Víctor Jara se hicieron parte de su espectro, justo antes de que Fármacos reiniciara sus labores.

De vuelta junto al bajista Ignacio Wong y el guitarrista Rodrigo de la Rivera, el ensamblaje comenzó a completarse con la llegada de Carlos Doerr (para reforzar en las seis cuerdas, sintetizadores y segundas voces) y de Octavio Cavieres (también parte de los exitosos Astro) al sillín de baterista. Con esa formación, que lo primero que hizo fue juntarse a compartir cerveza para conocerse y después largarse a ensayar, Fármacos registró su EP “Abril”. En palabras del grupo: “Creo que nombramos así este EP porque tratamos de pensar mucho en algún nombre y sólo salían ideas que a nadie le gustaban. Abril es el nombre de la canción que abre, la que representa mas el resultado musical que estábamos buscando. Es simple, una palabra, cierra bien lo que significa el disco y aparte es algo emotivo porque es el mes donde realmente Fármacos se formó como banda”.

“Quería lograr una nueva búsqueda, prácticamente hacer como si el EP anterior no existiera, partir un grupo desde cero y que realmente fuera un grupo, que por más que yo haga las canciones, a la hora de ensayar y arreglarlas todos aportemos ideas y cada uno busque como aportar e interpretar cada composición. Me deja mas tranquilo, era un paso que quería dar, que fuera algo un poco más colectivo y no tan egoísta. Las ideas con las que llego se transforman y toman otro rumbo ya que cuatro personas más están trabajando sobre ella. Quise tratar de despegarme un poco, al menos que ya la música no fuera tan depresiva y pudiera viajar por otros estados”, asegura Ridolfi sobre su decisión de encarar el trabajo de manera colectiva, en vez de centrarlo en su propia capacidad de introspección.

Entre “Fármacos” y “Abril” hay un mundo de diferencia, años luz de distancia y un salto cualitativo bastante notorio. Desde aspectos técnicos, como la calidad de la grabación, hasta el anhelo de hacer canciones que tiene el segundo (pero no el primero), el quinteto pasó la prueba sin repetir ni equivocarse. Es el mismo empalme el que nota sus mejoras, y por eso pretende hacer un par de videoclips para los temas de “Abril”, antes de cerrar su ciclo de vida. Eso sí, la vista de Fármacos ya está puesta en el futuro: “Dejamos ahora de ensayar por un rato para concentrarnos en componer y en marzo comenzar a hacer un nuevo disco. Queremos hacer un LP, luego difundir y tocar todo ese material en vivo. No sabemos qué saldrá de eso aún porque yo (Diego) estoy comenzando a componer y aún no vemos las ideas entre todos. Así que se viene entretenido porque puede resultar algo interesante. Sentimos que todavía no tenemos una identidad clara y eso, de alguna forma, nos favorece porque recién nos estamos dando a conocer”.




15.1.12

Así son las ocho canciones que compiten en Olmué homanejando a Violeta Parra


Desde los experimentados Inti Illimani, pasando por Los Miserables, hasta cantautoras jóvenes como Natalia Contesse, los encargados de reinterpretar a la mujer más emblemática de la música local exponen sus versiones y las someten a examen.

* Escrito junto a Diego Rammsy

"De cuerpo entero" Jorge Coulon (Inti Illimani) : "Quisimos iluminar parte de las canciones más desconocidas de la Violeta. La elegimos sobre todo por razones musicales, por el tipo de arreglo que queríamos hacer".

Los años de circo pagan en oro. Junto a músicos de su facción de Inti Illimani, Coulon opta por escarbar en el cancionero de Violeta Parra más que el resto de los competidores, para reconstruir con templada candidez un tema que originalmente sólo dura un minuto y medio.

"Arriba quemando el sol" Soledad del Río (La Guacha) : "Nunca habíamos hecho un cover de Violeta Parra y nos parecía que había que hacerlo con mucho respeto. Así como ella cantó y gritó por lo que no le parecía, nosotros hoy cantamos y gritamos por lo que no nos parece".

El paso vehemente de Violeta Parra se convierte en cadencia en el filtro de esta numerosa banda, que le quita la esencia adolorida a la canción para darle otros matices a través de una instrumentación que incluye vientos y percusiones influenciadas por La Tirana.

"Volver a los 17" Loretto Canales: "Es el tema de Violeta que más me llama la atención, porque es muy emocional y siempre me dejaba pensando y analizando mi vida. Es el que más me identifica, aunque es la primera vez que interpreto una canción de ella".

La experticia soul de la televisiva vocalista se pierde en este intento de fusionar su estilo, impecable y cristalino, con tonos orgánicos. Al final, queda la impresión de que la cantante abusa del virtuosismo, remando en contra del sonido no tan perfeccionista de Parra.

"Qué dirá el Santo Padre" Claudio García (Los Miserables) : "Ya es como del repertorio de la banda, pero ahora le agregamos un pequeño homenaje al pueblo mapuche. Crecimos escuchando a Violeta, nuestras raíces son esas, no otras".

Es la versión menos ortodoxa de la competencia, pero está hecha por un grupo con un amplio repertorio de covers , tan extenso, que ahora aborda las composiciones ajenas casi con piloto automático. Eso sí, destaca por añadirle agresividad rockera a la rabiosa letra de la original.

"El Albertío" Paula Herrera : "Nací escuchando esta canción, y la vengo cantando hace un tiempo dentro de mi repertorio. Creo que la letra es magnífica, pícara, acampada, y tan actual y vigente".

Dueña de una voz que puede variar entre dulzura y firmeza con suma facilidad, la ex cantante de pop se subió al carro del folk demasiado tarde y su falta de conexión con la raíz del género se nota en este cover, demasiado amable y limpio para ser un rin.

"La jardinera" Lalo del Campo : "Encontré atractivo que todo el mundo conozca la canción. Lo más difícil es refrescar algo que esté tan hecho, lo que tomé como un desafío".

Acompañado por su piano, el ex cantante del trío Urbirama ejecuta con pulcritud este clásico, aunque ninguna de sus virtudes compensa el descalabro entre lo urbano y lo rural que se produce al escuchar en su voz una letra que no fue escrita pensando en una gala.

"Miren cómo sonríen" Natalia Contesse : "No tiene muchas reinterpretaciones, lo que es interesante porque no ha sido tan cantada. La letra es de esas que uno sabe que son verdades, verdades que no tienen ni tiempo ni lugar".

La pequeña frontera entre el tributo y la imitación se difumina cuando Contesse empieza a cantar. Demasiado fiel a la interpretación original, esta nueva lectura de "Miren cómo sonríen" no oxigena el legado de Parra, sino que más bien lo recrea al pie de la letra. Funciona, pero no satisface.

"El sacristán" Miguel Barriga (Sexual Democracia) : "Es una canción que cantaba mi tía, mi mami... Fue todo un hit en Quirihue, donde nací. La conocía perfectamente, la encuentro muy divertida y se acomoda perfectamente a mi estilo".

Fiel a su impronta liviana, el rostro emblemático de Sexual Democracia lleva al extremo el lado lúdico de la polca y convierte esta canción en una pieza digna de uno de sus café concert. Pudo haber sido mucho mejor, pero las ganas de mostrarse siempre simpático traicionaron al músico.

8.1.12

Los discos chilenos más esperados de 2012


Enero apenas comienza y tres regresos discográficos ya asoman entre lo más llamativo y esperado del año. Jiminelson, Camila Moreno y Gepe preparan su nueva artillería.

Las últimas dos temporadas han dejado generosas cosechas, pero se caracterizaron por tener actitudes opuestas. Si 2010 fue el momento de abrirse al mundo, de la mano de Gepe, Javiera Mena y Dënver; 2011 resultó ser mucho más hermético, aunque igual de provechoso gracias a Fernando Milagros, Astro y Fakuta. Está comprobado que en Chile existe talento de sobra; la clave para este año es darle, por fin, continuidad y balance.

Acerca de trabajo constante, Gustavo León, el líder de Jiminelson, podría conversar largamente. Su grupo fue uno de los primeros confirmados en la segunda versión chilena de Lollapalooza y llegará al festival listo para presentar "Supreme", su cuarto disco, producido por el cantautor Pedropiedra. "Lo vamos a lanzar en marzo, ya está listo y es lo mejor que hemos hecho. Rescatamos la época dorada del sonido negro de los 50 y también el soul, el estilo del sello Motown", asegura el músico. Planes no le faltan: "En Lollapalooza daremos nuestro show más grande. Quiero cantar un tema con Arctic Monkeys, lo estamos intentando y creo que va a suceder".

Otra que llegará con material nuevo al mismo evento es Camila Moreno. De creciente popularidad, la cantante se perfila como protagonista de 2012 con su próxima entrega, que prepara junto a Cristián Heyne. "Es un disco donde se presenta un paisaje vasto, complejo y fantasioso. Hemos grabado fuera del estudio, en jardines o bosques, buscando un sonido alejado de lo clínico que abunda en muchas producciones chilenas", asegura la solista sobre la secuela de "Almismotiempo", su bullado debut. Definida por su autora como "un documental en clave sonora sobre el ruido de las cosas", la placa estará disponible probablemente para otoño. En este momento, Moreno realiza una pequeña gira por Europa, que comprende paradas en Berlín, París y Barcelona.

Hacia finales de año, las miradas se fijarán en Gepe, una de las piedras fundacionales, además de embajador en el extranjero, del pop local contemporáneo. La cuarta entrega del músico ya tiene título, "Gepegepegepe", además de un adelanto estrenado la medianoche del 1 de enero (la canción "Campos magnéticos"). Sin embargo, el productor del álbum, Cristián Heyne, calma las aguas sobre el lanzamiento: "Todavía es todo muy prematuro, no hay muchos temas listos. Hasta ahora suena un poco menos indie, tiene una especie de narración más universal. Pero, tal vez, las próximas canciones que salgan sean una locura. Quién sabe".

Nuevacosta: Sentido contrario


Cuando está más de moda que nunca condenar a MTV, llega una banda que se bautiza en honor a Jersey Shore y que apela al pop chileno de los noventas como una de sus influencias: esto es Nuevacosta.

Polvo a polvo, ceniza a ceniza. Nuevacosta no salió de la nada. Pese a tener cerca de un año de vida, el grupo le debe su existencia, en buena medida, a proyectos que datan desde mediados de la década pasada. Tres de los cuatro miembros de Nuevacosta probaron suerte juntos por primera vez en TV Gamma, empalme encabezado por Pol Infante luego de lanzar un disco solista, bajo el seudónimo de Efectos Espaciales, y ser parte de los recordados Compiuters. Disuelto TV Gamma, y con Infante fuera del mapa, los restantes músicos continuaron el trabajo conjunto y sumaron a la tecladista Karin Gildemeister a sus filas. La nómina es completada por Angelo Santa Cruz en voz, bajo y guitarras, Gian Paolo Gritti en batería y Daniel Bande en sintetizador.

Entre los cuatro, intentan armar un panorama de lo que pasó desde que se juntaron hasta que, a fines de agosto, subieron como descarga gratuita su primera entrega, el EP Costabrava. “En algún momento vivimos todos en el mismo edificio. Nos juntábamos a tocar muy libremente, sin pensar en hacer un disco”, cuentan, aunque no todo lo que hacían era improvisar ensayos. “Antes de tener la banda, nos juntábamos a escuchar música en nuestras piezas. Podía sonar La Ley, Lucybell, Shakira, Nicole, Jon Secada o Miguel Bosé. Una vez llegaron los pacos porque teníamos a los Backstreet Boys a todo volumen, sonando demasiado fuerte. Lo pasábamos muy bien”.

La propuesta aletargada de Nuevacosta difícilmente es asociable a cualquiera de los recién nombrados, pero el grupo insiste en que un porcentaje de sus influencias está en el cancionero radial. En su primer comunicado de prensa, además de los referentes obvios (como la new wave y algunos toques de rock progresivo), el cuarteto destacaba al pop chileno de los noventas como una de sus inspiraciones. “Es un gusto musical compartido y espontáneo, nosotros vamos más a Lucybell que a Congelador. Igual queremos probar sonidos y mezclar lo kitsch con lo oscuro, pero no tenemos la pretensión de sonar experimentales o vanguardistas”.

“La afinidad es lo más importante. En TV Gamma, había una corriente más orgánica y de banda, y otra más electrónica, de computador y bases sintetizadas. Ahí chocábamos. Aparte, siempre estuvo presente la disputa entre el pop y la improvisación, o las cosas más progresivas. Nuestras ganas de expandir la música, sin miedo a que nos fuera mal, era la piedra de tope. No nos daba temor ser un poco más experimentales, queríamos liberarnos, que es lo que estamos haciendo ahora en Nuevacosta”, afirma Angelo Santa Cruz. La preponderancia del teclado, junto a las progresiones y atmósferas de Costabrava, hablan claramente de las inquietudes del ensamble, que en su primer video (para la canción ‘Uno’) opta por el misterio de aparecer en penumbras y no develar los rostros de sus miembros.

Para la banda no fue fácil darle forma a sus ideas. “Hubo un largo tiempo de mala suerte en que todo nos costaba, no podíamos ensayar, se nos echaban a perder los cables, nos robaron algunas cosas. Fueron cuatro o cinco meses así”, recuerdan. Pero, además de problemas logísticos, en el camino también se complicó la búsqueda de una estampa final satisfactoria. Luego de un intento de trabajar junto a Patricio Loaiza (uno de los productores del imprescindible Ser Hümano!! de Tiro de Gracia) que le sirvió al cuarteto para darse cuenta que no les gustaba quedar tan pulidos, los temas de Nuevacosta terminaron en las manos de Ignacio Rodríguez. Más conocido como Nes, y también por ser uno de los fundadores del sello BYM, el sonidista le dio el palo al gato. “Él tuvo al tiro afinidad con lo que escuchó, hizo una muy buena pega y una muy buena dirección de lo que queríamos. Dejó el EP opaco, tirado a los bajos, sucio y pasado por cintas. Quedó orgánico, no demasiado comprimido. Se distinguen los instrumentos. Se acerca a la realidad de cómo sonamos en vivo, porque nosotros teníamos ganas de registrar las cosas tal cual, más que de producir un disco”.

Pese a los buenos comentarios que despierta a su paso, y de recibir una invitación para telonear a Toro y Moi en su venida del pasado 3 de noviembre, el grupo asegura que no se siente parte de ningún nicho específico. Más bien, se consideran ajenos a todo lo que ocurre a su alrededor. “Nada nos representa, cuesta demasiado meternos en una escena o encasillarnos en un puñado de bandas. A veces tocamos en fiestas y compartimos escenario con gente que no tiene nada que ver con lo que hacemos. Ninguna banda chilena de ahora nos gusta, el paraíso del pop es muy lejano a lo que somos. Nos alegramos cuando al resto le va bien, porque de una u otra forma igual sentimos los coletazos, pero no somos parte de eso”, declaran.

“Cuando tocamos, ven a la Karin y preguntan por qué ella no hace los coros, si es mujer. Es una cosa muy retrógrada, tienen la noción de que, cuando hay una mina, está sólo ahí para cantar o para darle glamour al show. O gente que piensa que somos un grupo de electropop sólo por tener teclados. O que, porque nos llamamos Nuevacosta somos una banda tropical. Una vez hasta nos hicieron un flyer, sin habernos escuchado, y era con palmeras”. Las confesiones del cuarteto van develando la confusión de un medio malacostumbrado a manejar pocas variables y que se marea con propuestas menos comunes. “Nos han dicho que Costabrava es fome porque no es movido, es como súper para adentro, introspectivo. Pero nosotros tenemos sentido del humor. El grupo se llama así porque yo (Angelo) estaba viendo Jersey Shore en MTV, lo habían hecho en la Costa Este primero y después lo pasaron a la Costa Oeste, entonces lo promocionaban como ‘Nueva Costa’y me pareció la raja. Después tuvo más sentido aún por la new wave, la nueva ola, y porque con el terremoto cambió la costa en Chile. Y las melodías son entretenidas. El que quiere diversión, que no la vea: que la escuche”.
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Los Tetas: Otra vez en la ciudad

Primero fue un anhelo. Después, un rumor de pasillo. Y el 18 de septiembre, la resurrección de Los Tetas se transformó en una realidad confirmada oficialmente. Con su escuadra original, que no comparte un escenario hace trece años, el cuarteto firmará su regreso en el Teatro Caupolicán este 14 de diciembre. Rockaxis fue el primer medio que conversó en extenso con Cee-Funk y Tea Time, las caras más visibles del grupo, y esta es la historia de su retorno contada por ellos mismos.

Texto por Andrés Panes

Entrevista por Juan Ignacio Cornejo y Andrés Panes

“Cee-Funk me llamó con la propuesta de juntarnos, una instancia que nunca había se había dado, obviamente que me pareció espectacular hacer un show grande. Ya habíamos tenido cercanía compartiendo escenario o cartel las últimas veces que él vino a Chile, y había buena onda”, dice Tea Time, explicando cómo se gestionó una de las noticias musicales del año: el esperadísimo regreso de Los Tetas. “Los dos siempre nos hemos admirado mutuamente… creo”. La risa desatada por la broma deja ver, apenas comenzada la entrevista, que la animosidad entre ambos es cosa del pasado. No hay rastro evidente de los roces públicos que marcaron la disolución del grupo en 2004, como las declaraciones cruzadas en la prensa y el conflicto judicial por el uso del nombre de la banda, tras la salida de Cee-Funk.

En los primeros minutos de este encuentro, Cee-Funk y Tea Time ya habían chocado los cinco en un par de ocasiones, en señal de celebración cada vez que uno decía algo que al otro le parecía atinado. Como dos escolares amigos. “Compartimos toda la vida juntos, fue mi primer compañero de grupo, junto a Rulo y a Pepino, y yo nunca he hecho nada tan grande como lo que hicimos juntos, ni antes ni después. Dije de inmediato que sí a la invitación y le echamos para adelante”. Cee-Funk contextualiza: “Pasó en agosto. Fuimos los dos primeros en hablar. Se dio entretenido porque cada uno tiene experiencia por separado, ocurrió naturalmente. Viendo lo que pasaba con el grupo, me daba siempre la sensación de que sería bueno reunirse”.

“Todo este tiempo en que estuvimos separados noté las miradas de lástima. Los comentarios que me llegaban tenían un sabor amargo, como de frenarse y no poder decirme “oye, estai puro hueviando, deberían volver Los Tetas””, reconoce Tea Time. A su lado, Cee-Funk asiente: “Nos pasaba a los demás también, aunque lo que hacíamos por separado tenía buena aceptación. Este reencuentro es lo que la gente quería ver, y respetamos eso. La parte humana de este regreso tiene que ver con el público, yo estuve viviendo tres años en Estados Unidos y hasta allá los latinos se acuerdan de nosotros. Necesitábamos volver a ese principio”.

Reaparecen Los Prisioneros con su formación original, editan dos álbumes innecesarios que manchan su –hasta entonces- impecable discografía y terminan disueltos nuevamente. Reaparecen Los Tres sin su formación original, editan dos álbumes innecesarios que manchan su –hasta entonces- impecable discografía y siguen juntos hasta hoy. Difícil saber qué es peor. Por bombásticas que parezcan en un comienzo, las resurrecciones más bulladas de bandas chilenas, en cuanto a legado artístico, han estado lejos de ser un negocio redondo. De cara a estos antecedentes, ¿qué tienen que decir Los Tetas? Tea Time responde en pocas palabras: “Esto es un gran comeback, una gran vuelta, pero más que nada es una continuación. Garantizamos clásicos y nuevo sonido”.

SUMA Y SIGUE

Al contrario de otros desaparecidos en acción que han vuelto, el grupo que inmortalizó los discos “Mama Funk” y “La Medicina” tiene a su favor la juventud de sus miembros (ninguno supera los 35 años de edad) y una combinación de experiencias por separado que incluye estadías en el extranjero (Tea Time por un lado y, por el otro, Cee-Funk con Pepino en Estados Unidos, a la cabeza de la activa banda Joya) y un recomendable emprendimiento soul con un larga duración en la calle (Esencia, liderado por Rulo). Asimismo hay discos solistas: Cee-Funk con “Joya”, sumado a “1” de Tea Time, quien a su vez posee un generoso listado de colaboraciones en temas de otros (desde los electrónicos Usted No!, pasando por los festivos Tunacola, hasta Denisse Rosenthal), así como un álbum con el genio alemán Atom Heart y otro en camino junto a su proyecto Criminal Jazz. Y, por supuesto, está Funkattack (Tea Time con Rulo y dos ex miembros de la formación posterior de Los Tetas, Toly Ramírez y “Tata” Bigorra).

“Juntarnos no es sólo revivir el pasado, porque sería un poco decadente ver a los mismos tipos de antes tocando exactamente lo mismo, queremos vernos mejor que antes y tocar mejor que antes. Cada uno se ha desarrollado gracias a su carrera individual. Si nos volvemos a reunir es para hacer los temas antiguos, pero con un nuevo sonido y una perfección nunca antes vista”, explica Tea Time, “ahora no voy a olvidarme de las letras, que es un clásico (aunque así aprendí a hacer freestyle), la idea es tocar todo a la perfección como nunca. Vamos a plantear la propuesta más profesional que hemos entregado. Es lo que yo estoy esperando porque, a través de los años, todo lo aprendido ha aumentado nuestro nivel como intérpretes. Ni se compara con el pasado. Eso sólo lo ha dado el tiempo y tal vez, incluso, el alejamiento”.

“Ninguno va a dejar sus proyectos solistas”, asegura Cee-Funk, “pero yo estuve tocando canciones de Los Tetas con otros músicos y quedaban locos con los bajos que grabó Rulo, incluso algunos bajistas me decían que escucharlos era como estar en una clase, como estudiar. Es que siempre tuvimos una conexión instrumental y de voces. Y el espíritu es volver a sentir esa música. A veces pensaba ‘qué ganas de volver a crear así’. Y como dice Camilo, una de las motivaciones y puntos importante de esta reunión es que nos escucharán como nunca antes lo han hecho, porque entre todos hemos recopilado calidad. Vamos a tirar la casa por la ventana, tienen la garantía de nuestro compromiso”.

Para Tea Time, el todo es más que la suma de las partes: “Nuestra potencia espera multiplicarse, porque cada uno aprendió a pararse solo para sostener un show”. Como es inútil cultivarse cuando no se aplica lo estudiado, cabe preguntarle entonces si avista el estreno de material en el horizonte del reformado cuarteto: “Tenemos planes de cosas nuevas. En esta entrevista vamos a obligarnos a lo que dijo Cristian, sobre volver a crear, que es hacer una nueva canción y tocarla en el show. No sé si es una obligación, en realidad, pero sí sería lindo presentar algo nuevo que le muestre a la gente que después de este concierto vienen más cosas, quizás más conciertos, singles, un disco”, aventura.

LA INCONCIENCIA DE SER LIBRES

Aunque los fundadores de la banda no estaban juntos hace trece años, Los Tetas se desactivaron recién en 2004. Los posteriores comentarios por separado de Tea Time y Cee-Funk, cuando eran consultados acera de la ruptura, fueron caldo de cultivo para el morbo respecto a la disolución del grupo. No ha pasado tanto tiempo desde entonces, pero ambos insisten en que ha sido el suficiente. “Qué suerte de nosotros por no tener que mentir ni fingir algo. Desde que nos reunimos, hemos vuelto a ser amigos. Y cuando me acuerdo de Cee-Funk, siento que lo quiero. No estamos haciendo una careta y que eso sea únicamente un negocio, eso me parece fantástico, porque no ocurre mucho”, afirma Tea Time. En tanto, Cee-Funk lo explica en jerga marital: “Uno siempre está pendiente del otro. Es como un matrimonio, si te separas de tu mina igual te preocupa si le pasa algo, la amistad es algo bien parecido. No es como que te sea indiferente. Si amas a alguien o lo odias, igual sientes algo porque te preocupa, hay sentimientos involucrados. Eso nos llevó a juntarnos para compartir, lamernos las heridas, decir ‘ya estamos bien’ y volver”.

“Nunca se sabe lo que va a pasar. Tampoco puedo decir que vamos a seguir para siempre. Es cosa de relaciones personales, de entender y darse cuenta del otro que está al frente tuyo. El valor que tiene Tea Time como músico no puedo negarlo porque esté enojado. Antes no nos dábamos tanta cuenta de eso”, profundiza Cee-Funk, “éramos chicos y tuvimos una carrera musical vertiginosa. Fue mucha locura siendo tan niños, pero ahora estamos grandes. A veces pienso en lo tonto que fue haber discutido, habernos achacado, o incluso peleado, por cosas tontas que no tienen importancia. Ya no me imagino que lleguemos a tener ese tipo de complicaciones entre nosotros, podemos hablar las cosas”.

Tea Time también ahonda en el pasado: “Esa fue una época de cambios, además, ahora sabemos cómo seguir adelante porque nos adaptamos. Antes, cuando partimos, estábamos respaldados por EMI con contratos para grabar en los mejores estudios, grandes sumas, todo armado para llegar y hacerlo. Lo bueno es que se durmió esta montaña gigante, estos senos como montañas enormes que son Los Tetas, que recién despertaron y que tienen la posibilidad de hacer las cosas bien, desde cero, limpias y perfectas, sin las piedras que estaban en el camino”, asegura. Su colega lo apoya:

“El tiempo ha generado altas expectativas sobre nosotros en lo que queda de industria. Hay antiguos fans que ahora son directores de compañías, pero eso no significa que vamos a ir a una compañía. El orden ha cambiado y no necesitamos un sello para inundar de buena música al mundo”.

“No soy de ningún lugar, yo soy del planeta funk”, decían Los Tetas en ‘Planeta, el tema que abría el disco “La Medicina” de 1998. Y aunque la perspectiva del tiempo ha hecho cambiar a los miembros del grupo, su denominación de origen se mantiene intacta. “Nunca nos dimos cuenta de dónde estábamos, porque éramos parte de la gente”, asegura Cee-Funk, “Los Tetas no somos sólo los miembros de la banda, es un público igual. Nadie canta sólo para uno, sino que también para los demás. La nuestra es una música que va más allá, que representa a la gente y la hace sentir identificada. Nos damos cuenta de eso y es una alegría, no sé cómo llegamos a hacerlo, pero lo hicimos. Nos esforzamos harto y conseguimos ser lo que somos. No como Justin Bieber, que nadie sabe quién es de verdad. Nosotros somos una realidad, tocamos, nos reímos, tocamos, nos peleamos, tuvimos problemas, los arreglamos y nos queremos”.

Apenas se confirmó el regreso del cuarteto, la noticia fue tema obligado en redes sociales y en el mundo real. Según Tea Time, la efervescencia que provocan es el dulce fruto de una siembra que partió en terreno casi infértil: “Nuestro espíritu era espontáneo y quebrador del frío de los ‘90, que venía congelado por la dictadura y el temor de la gente. Nosotros aparecimos con el pelo teñido, hablando de tetas y marihuana, haciendo mucho escándalo de cosas que nadie se atrevía a decir. Recuerdo que una vez íbamos a tocar en el Festival de Viña, pero no se pudo porque no se podía pronunciar nuestro nombre. Nosotros ayudamos a romper lo pacato, aunque las temáticas en que se concentraba la prensa eran las más superficiales, la extroversión. A pesar de eso, despertamos una inquietud en los jóvenes sobre atreverse y tomar actitud, cosas que prácticamente no nos estaban permitidas por ser chilenos. Generamos algo importante para la libertad de expresión, y por eso Los Tetas todavía pesan y siguen siendo tan queridos. Logramos algo profundo desde la inconciencia de ser libres”.

“Es como hacerte presente a través de la música en muchos lugares que no conoces, emerges como un fantasma, apareces y eres parte de la vida de otros”, continúa Tea Time, “el público que nos seguía y que nos sigue nunca discriminó, pertenecimos a la clase alta, media y baja, éramos transversales, liberados de eso. Fuimos un espejo para cualquier persona, mediante el éxito o fracaso, el odio o cariño. Nunca nos escondimos detrás de ninguna parada, siempre boca afuera. Tenemos que seguir siendo nosotros mismos, espero que cada vez más profundos y más locos en el sentido creativo”. Cee-Funk zanja la conversación con la mirada puesta en el futuro: “Siempre hubo un romanticismo por lo que hicimos. Y ahora que retomamos ese trabajo, podemos llegar a cualquier parte. Está todo abierto, igual que cuando partimos”.

7.1.12

Mixtape: En tu nombre (canciones tituladas en honor a músicos)

The Replacements – Alex Chilton

Además de colaborar en el single ‘Can’t hardly wait’, Alex Chilton, el vocalista y principal compositor de los maravillosos Big Star, tuvo doble influjo en “Pleased to meet me” (1987), el sexto disco de The Replacements: también fue el inspirador de esta canción, que es el otro sencillo emblemático del álbum. Cuando Chilton murió, en marzo del año pasado, este tema se convirtió automáticamente en uno de los mejores tributos a su figura.

They Might Be Giants – XTC Vs. Adam Ant

“XTC versus Adam Ant, contenido versus forma, luchando por su lugar en el rock and roll, no existe el bien o el mal”. En su álbum “Factory Showroom” (1996), los neoyorquinos They Might Be Giants, conocidos por tocar el tema principal de la serie “Malcolm in the middle”, musicalizaron un feudo imaginario entre estos dos nombres ochenteros y lo llenaron de referencias pop (al movimiento New Romantic, la escuela Beatles y Bow Wow Wow).

Jan Mayen – Nick Cave

Por su carácter de personaje icónico, Nick Cave es un favorito de otros compositores: le han dedicado líneas desde Henry Rollins hasta The Go-Betweens, pasando por Lydia Lunch y The Jayhawks. Pero uno de los homenajes acertados es el de los desconocidos islandeses Jan Mayen, que en su disco debut, “Home of the free indeed” (2004), dijeron lo que para nadie es en un secreto: “Nick Cave’s a real motherfucker”

The Strange Boys – Should have shot Paul

La banda tejana The Strange Boys descarta por completo el famoso mito urbano sobre la muerte de Paul McCartney y su posterior reemplazo por un doble de idéntica fisonomía. En vez de eso, el grupo incluyó en su debut, “The Strange Boys and girls club” (2009), un tema que reflejaba mejor su idea sobre el ex Beatles. “Deberían haberle disparado a Paul”, repite incesantemente esta canción.

Stereo Total – Ringo, I love you

Antes de que Summer Finn (el personaje de Zooey Deschanel en la película “500 días con ella”) pusiera de moda entre las chicas hipsters el culto a Ringo Starr, una desconocida cantante debutaba en 1964 con el single ‘Ringo, I love you’. Era Bonnie Jo Mason, quien luego se haría inmortal bajo el seudónimo de Cher. 35 años después, el dúo alemán Stereo Total versionó la canción en su disco “My Melody”.

Ian Dury – Sweet Gene Vincent

El grandioso Ian Dury comprimió en tres minutos y medio su fanatismo –y conocimiento enciclopédico- por Gene Vincent en este clásico, incluido en el disco “New Boots and Panties!!” (1977). Toda una clase de historia, repleta de menciones a letras del pionero rockabilly, quien inspiró prácticamente toda la carrera de Dury.

Wilco – Wilco (the song)

“Wilco te amará, nena”. Sólo una banda de alto vuelo como Wilco, con un letrista de la talla de Jeff Tweedy, podría dedicarse un tema a sí misma y salirse con la suya. ‘Wilco (the song) abre “Wilco (the album)” (2009) y también desempolva la inusual costumbre de que un grupo de rock tenga un tema con su propio nombre, tal como lo hicieran en su momento Black Sabbath, Bad Company o The Monkees.

Calexico – Not even Stevie Nicks…

Con un sonido inspirado en el imprescindible “Rumours” (1977) de Fleetwood Mac, según lo que reconocen los mismos Calexico, esta canción de “Feast of wire” (2003) sitúa a Stevie Nicks en la radio del auto de un suicida. “Ni siquiera ella pudo salvarlo”, dice el grupo, que no menciona el nombre de la vocalista en el tema, sino que se refiere a ella como una “sacerdotisa” con “poderes secretos”.

Television Personalities – I know where Syd Barrett lives

La mitología en torno a Syd Barrett tiene uno de sus clímax en corte del álbum “And Don't the Kids Just Love It” (1981), el debut de Television Personalities (cuyo vocalista, Dan Treacy fue tributado recientemente en ‘Song for Dan Treacy’ de MGMT). Cuando el grupo fue escogido para telonear a David Gilmour, demostró que ‘I know where Syd Barrett lives’ (en español, “sé dónde vive Syd Barrett”) no era una fantasía: su cantante leyó en voz alta la verdadera dirección del ex Pink Floyd durante un concierto. Por supuesto, la banda fue despedida inmediatamente.

Sublime – KRS-One

“40oz. to Freedom” (1992), el debut de los californianos Sublime, es el deleite de cualquier ratón de discoteca amante de la trivia. Aparte de covers de Bad Religion y Grateful Dead, entre otros, contiene referencias a varios músicos. La más brillante de todas es esta oda al seminal rapero KRS-One y su aporte al pensamiento crítico mediante sus rimas.

Bonus Track: Miles Davis – Billy Preston

Esta maravilla funkera de 12 minutos, incluida en el recopilatorio doble “Get up with it” (1974), fue bautizada en honor a Billy Preston, uno de los acreedores con más méritos del honorífico título de “quinto Beatle”. Como si hicieran falta excusas para escuchar a Miles Davis de vez en cuando.

Corderolobo: A medio vivir

Solista casi a la fuerza, el ex cantante de Yupisatam presenta su proyecto individual y le da nuevo sentido al trillado concepto de canción de autor a través de un elepé que refleja una personalidad musical única, pero que no desconoce sus influencias.

El debut homónimo del cantautor Corderolobo empieza con unas percusiones golpeadas y charangos que recuerdan al disco “Gepinto” de Gepe, y acaba en un compás de tres cuartos acompañado de un piano que parece tocado por Claudio Parra. “Si yo, que soy chileno, no valoro a Los Jaivas y no saco algo de ahí, ¿entonces quién? Si el día de mañana alguien toma mi música y usa un elemento de ella para hacer otra cosa, todo bien”, asegura. Además, en el cuerpo del álbum, el solista samplea ‘Qué Onda Güero’ de Beck, así como en otro momento advierte que puede aguzar la guitarra hasta lucir como un bastardo del rock industrial.

Referencias igual de dispersas suelen abundar en trabajos primerizos, en los que se explora la personalidad y los propios límites, pero en el caso de Corderolobo toda esa etapa está superada. Carlos Vargas, nombre de pila de este multiinstrumentista, fue parte del grupo Yupisatam, fundado en 1997 y disuelto una década después. “Se acabó por desgaste, no por mala onda. Nos aburrimos de hacer tocatas de ocho bandas sólo para las pololas y sentir que nada compensaba nuestro esfuerzo”, confiesa. El trío Inflamable sería su próximo emprendimiento, hasta que entró en hibernación tras la partida a China de su guitarrista, Juan Manuel Fluxá.

En 2008, Vargas se hizo cargo de musicalizar la película “Tanto Tiempo” de Claudio Polgati, donde aparecían un par de bosquejos de lo que ahora es su primer álbum sin banda. “Muchos van desertando de la música en la medida que pasa el tiempo”, cuenta. Nada que el ingenio no pueda solucionar. Junto a Nicolás Moreno, alias Rojo Cinco 3 Veces y ex bajista de Jirafa Ardiendo (otro deceso del rock chileno de los ’90), Corderolobo fundó Solistas Unidos, asociación de proyectos personales que actúa a modo de cooperativa. “Cuando ellos tocan sus canciones, nosotros somos su banda de apoyo y viceversa. Funciona como un colectivo y no tiene formación fija, hemos hecho funciones de hasta ocho artistas donde cada uno toca dos temas suyos, entonces, tenemos que aprender 14 temas aparte de los propios”, explica.

Nieto de Rosa Lobos y María Isabel Cordero, de ahí su nombre artístico -y tal vez el comienzo de las dicotomías que colorean su carrera-, Carlos Vargas (el cordero que también es lobo, el solista que quiere sonar como grupo, el rockero que samplea bases electrónicas y toca charango) carga una última y atractiva dualidad a sus hombros: la del CD que no es CD. Su debut es tanto libro de arte como disco. Una revalorización del formato ingeniosa y atractiva. “Era una idea preconcebida. Si sacaba un álbum físico, debía tener una razón de ser. Hacerlo por hacerlo me da lata, es sólo romanticismo y yo quería un sentido. Tampoco tengo rollo con que se lo bajen. No lo he subido sólo porque no sé cómo se hace”.

Nuevos vinilos chilenos: Para los arqueólogos del futuro

La música nacional hace eco de la tendencia planetaria y añade títulos a su cartelera de lanzamientos en vinilo. ¿Nostalgia? Sólo un poco. Lo que en realidad propone este formato es una actualizada resistencia a la frialdad del MP3.

La última celebración del día de las disquerías independientes (Record Store Day), acontecida el pasado 16 de abril, dejó como conclusión que el vinilo nuevamente puede ser un formato rentable y -en cierta medida- un parche para la hemorragia que sufre la industria. Alrededor de 250 títulos, muchos de ellos especiales para la ocasión, fueron los protagonistas de una fiesta que dejó alegres números azules y legó flamantes títulos de tiraje limitado a los catálogos de bandas como Mastodon, Foo Fighters, Deftones y Radiohead. Si bien Chile está lejos de esas cifras, no atreverse a soñar con una instancia similar sería cortarle las alas al impulso que vive la edición de grupos nacionales en acetato, fenómeno en pleno desarrollo.

Varios long play de grupos chilenos –especialmente de metal y hardcore, aunque también del rock de los ‘60- distribuidos por sellos extranjeros, eventos como la Gran Feria del Vinilo que se realizó en octubre de 2010 o las ventas en Bar Loreto a cargo de Hugo Chávez (ex dueño de la recordada disquería Background), compradores que buscan en el Persa Bío Bío, en la calle San Diego, en Providencia o en línea con tal de conseguir lo que desean. Antecedentes de una fuerza colectiva que, por trasvase, cimentó que los últimos cuatro años acusen un palpable aumento en la producción de vinilos, que hoy tiene a nombres como The Ganjas, Contra Todos Mis Miedos, Pedropiedra y Watch Out! ampliando la oferta con sus más recientes entregas.

Es el reencuentro con una tradición que fue mancillada por la dictadura. Antes de Pinochet, etiquetas como RCA, EMI, Philips, Dicap y Banglad propiciaron la fabricación y distribución de elepés en volúmenes cuantiosos, que hicieron de Chile una potencia regional en el ámbito, pero el auge quedó en nada con la destrucción de máquinas para prensar discos e invaluables cintas master de músicos considerados un peligro para el régimen, debido a los mensajes de sus canciones. Posteriores lanzamientos criollos serían facturados en Argentina o Brasil (donde actualmente está Polysom, coloso único del rubro en Sudamérica), hasta la llegada del cassette y luego del CD, contrincante de la piratería noqueado posteriormente por la compresión MP3 y el tráfico en línea.

Pero el archivo digital no tiene cómo hacerle frente al vinilo, su antítesis, antagonista natural de todo lo que el MP3 –incorpóreo y portátil- representa. Esta nueva exploración del acetato y sus virtudes “más que a cierta moda, responde a una decantación lógica de la industria, en la que la música básicamente se remite al romántico a la antigua”, según Iván Daguer, uno de los fundadores del sello Pasta Base. En 2008, la etiqueta lanzó el primer disco del colectivo experimental La Banda’s en long play y en 2010, el debut homónimo de The Psychedelic Schafferson Jetplane, cuya secuela está en carpeta para este año.

Otro proyecto que Pasta Base tiene en mente es la reedición del recopilatorio “Bazar Biarritz” de 2008, originalmente aparecido en CD-R, donde figuran oscuros –al ojo popular- personajes encabezados por The Cindy Sisters (auténtico mito de la nueva psicodelia chilena, de efímera vida y palpitante trascendencia). Aunque si de rescate se trata, nada como el colosal emprendimiento del periodista Andrés Padilla, adalid de Corvus Discos y escritor del libro “Retrospectiva al Metal Chileno (1983 – 1993)”.

En su edición limitada, la exhaustiva investigación incluía un vinilo con canciones de seminales del thrash metal patrio como Dorso, Massacre, Necrosis, Cancerbero y Torturer. “Parece ridículo, pero en la historia del movimiento metalero, nunca se había editado un compilado de estas características, ni siquiera en CD o cassette”, cuenta el autor, acusando los vacíos de registro que enfrenta cualquier interesado en abordar la música chilena. De la mano de Padilla, Corvus también ha desempolvado material de la leyenda death metal Totten Korps y la ópera prima de los stoners Yajaira. Para el próximo año, la plataforma anuncia la salida de “Underground Never Dies”, segunda parte de “Retrospectiva al Metal Chileno”.

Desde la trinchera hardcore, una de las fuerzas más reconocibles es la de Amendment Records, etiqueta fundada por Pablo Duran. Su catálogo cuenta, entre otros, con Remission, Approach, Contra Todos Mis Miedos (ex Against All My Fears) y Remains To Be Seen. Pero, además, suma entre sus últimos destacados los 7 pulgadas de Invierno –emprendimiento conjunto entre miembros de Remission y el ex cantante de Approach- y “El Espíritu Intacto, La Esperanza de Pie” de los retornados Entrefuego. Pensadas en coleccionistas, las ediciones de Amendment suelen estar disponible en más de un tipo de vinilo (hay negros, transparentes y de colores), asegurando la adquisición de un objeto único, casi sagrado.

MATERIALISMO DIALÉCTICO

“Editar en vinilo es el sueño romántico de todo músico en la actualidad”, dice Lucifer, guitarrista de Voodoo Zombie, grupo cuyo debut homónimo fue lanzado como long play en Alemania por Crazy Love Records. “La ventaja que veo es lo atractivo del producto con fotos grandes y espacio en donde puedes explotar mejor la imagen de tu banda”, complementa. Para Pedropiedra, quien acaba de lanzar en vinilo su nuevo álbum, “Cripta y Vida”, el fenómeno ocurre por “motivos tácticos, románticos y empresariales. Hoy en día, un CD es casi como un artículo promocional o una tarjeta de presentación, no así el vinilo, que se cuida y se guarda como una especie de tesoro”.

Quemasucabeza, el sello que alberga a Pedropiedra, apostó por traducir su catálogo al acetato y así “Audiovisión” (2010), la aplaudida tercera entrega de Gepe, también vio la luz en esa forma. “Es mucho más fiel a algo que no estoy seguro cómo describir, pero tiene que ver con el amor al objeto, a lo físico que un disco tenía por lo menos hace algunos años y que se perdió con el tiempo. De ninguna forma es nostalgia, es sólo que el disfrute que otorga el vinilo es muy valioso, por lo tanto debe ser reivindicado”, opina el solista.

Próximamente, la discográfica lanzará la placa homónima de Caravana, proyecto de Rodrigo Santis, miembro de Congelador y fundador de la etiqueta, quien afirma que “el vinilo es el más noble de los formatos físicos. Tiene el atractivo de lo mecánico y lo eléctrico, además de una portada de gran tamaño, lo que le da solemnidad y carácter de pieza de colección. Entre tanta cosa virtual, lo análogo nos parece mágico”. En paralelo, Quemasucabeza prepara la salida de “Libre Para Regurgitar La Intemperie”, el regreso del dúo Mostro tras cinco años desde su último trabajo, “Consumido Por Pájaros”. Sus contemporáneos de Familea Miranda, afincados en España, hicieron lo propio con el álbum “Dramones” (2010) gracias a la plataforma catalana BCore (material disponible en Santiago en la tienda Bendito Deseo).

Un personaje importante en esta seguidilla de lanzamientos es Oliver Knust Restucci de Discos Río Bueno, que desde México ha asesorado la fabricación en acetato de los larga duración de Pituquitos, Gepe, Pedropiedra y Los Dolores, mientras ayuda con las venideras placas de Mostro y Caravana. Entre sus emprendimientos, destaca el recopilatorio “Trile”, esfuerzo coordinado con la etiqueta valdiviana Tue Tue, BYM Records (ver recuadro), Quemasucabeza y Algorecords. Con los últimos alistan “Tostado” (2010) de Perrosky, ahora en 12 pulgadas y a modo de co-producción, luego de que el dúo se estrenara en abril con vinilo del single ‘En La Línea’, extraído de ese mismo álbum. The Ganjas, parte del mismo clan, está presentando el recién prensado “Resistance”.

Con candidez, Knust reconoce que una de las ventajas del formato es que “se vende, no se regala, a diferencia de los CDs con los, que entre promo y amigos, terminas agotando buena parte de las copias”. Iván Molina, baterista del trío sureño Pituquitos, define haber sacado el disco “Sé Que Me Voy A Quemar” (2010) en vinilo como “darse un gusto, probar mercado y proveedores, experimentar, marcar tendencia desde la provincia y optar a la internacionalización”. Asimismo, asume la importancia del Fondart en el experimento cuando dice que llevarlo a cabo se debió, en cierta medida, a “tener las lucas”.

En la vereda opuesta, pero corroborando que los gastos son considerables, Iván Daguer cuenta que en Pasta Base “todo se ha financiado con nuestro dinero. Mandar a hacer discos sin financiamiento es bastante complicado puesto que, para nuestros estándares de vida, implica un costo elevadísimo.

Por otro lado, somos un sello independiente y no me gustaría tener un logo del gobierno o de alguna marca de jeans o cerveza impresa en nuestros elepés”. De ahí nace su política de trabajar con un stock pequeño de álbumes, mantenida en vista de que el principal ingreso de esta microempresa viene del fetichismo melómano de compradores extranjeros y no del público masivo.

“Quizás el punto negativo que tuvo la tecnología, con todos sus avances en materia de fidelidad, es que el humano se convirtió en un esclavo de ella. Y obviamente ahora para escuchar profesional o meramente bien los vinilos, hay que invertir una buena suma de dinero en parlantes, tornamesa, aguja, receiver, etcétera, etcétera”, señala Andrés Padilla de Corvus Discos. “Es todo un proceso que es mucho más complicado que hacer copy and paste y llenar de musica digital tu iPod”, complementa Daguer, para quien la importancia cultural de este aprendizaje y su posterior aplicación es “que no haya que esperar 20 años a que un gringo de paseo descubra música en Chile para que salga editada. Los vinilos serán los testimonios tangibles de nuestro patrimonio sonoro y lamentablemente, el mundo digital falló en eso”.

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RECUADRO

BYM: SE CUENTA EL MILAGRO

El sello Blow Your Mind (en adelante, BYM) opera desde 2009, pero este año comenzó a fabricar vinilos artesanalmente, luego de comprar una máquina cuyo origen y características sus miembros prefieren omitir. La adquisición les permitió dar el salto hacia una inusitada forma de independencia en Chile, la anhelada autonomía absoluta. Dado que ellos prensan su propio material, la cadena productiva (o todo lo que pasa desde la primera idea de canción hasta tener el disco en las manos) comienza y termina a puertas cerradas.

“Ya no dependemos de nadie, apenas sale un tema nuevo, podemos sacar el single con un arte rico, fabricarlo y hacer una fiesta de lanzamiento de verdad, no como ahora que se presentan los temas en mp3. Que sea igual que antes, cuando el single en vinilo era un concepto, en un lado venía la versión original y en el otro, la remezcla para las fiestas. Parecido a lo que ocurría en los comienzos del reggae en Jamaica”, dice Ignacio Rodríguez, dueño de la plataforma.

Abocado al garage y la psicodelia, BYM acumula proyectos que implican la edición de grupos de la casa (entre los que destacan “Flashbacker” de Watch Out!, “Just What Is Real” de La Hell Gang y “Jinete Galáctico” de Vuélvete Loca) y también algunos trabajos para externos (“pero todos conocidos nuestros”, aclaran). “Algunos consideran más lo-fi o charcha lo que hacemos porque es orgánico y sin tanta mano metida, pero mucha de la música que nos encanta era así y estaba en vinilo, por ahí va nuestra convicción”, aseguran.

“A mí manera de ver, es el medio donde se escucha mejor la música y es perfecto como soporte final porque establece una conexión mucho más emocional con la música en la que existe el rito de escuchar el disco entero y no saltarse los temas. Además, no se puede piratear, eso hace que se valore la obra completa. Lo que más cuesta es distribuirlo porque en las tiendas nos miran a huevo por ser chilenos y underground. Piensan siempre con codicia y cuando el norte es la plata, las cosas no funcionan”, reflexiona Rodríguez. “Muchas personas se complican con el tema de comprarse una tornamesa, porque creen que son muy caras, pero la mayoría después se gasta no sé cuánta plata en copete cuando sale a carretear”.

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FRASES

“No se clona, tiene sus fans a muerte y el formato es más digno, se escucha con compulsión, todo de pe a pa. Si hay que comercializar la música como obra de arte, es la mejor alternativa, porque no hay nada similar y tan respetuoso, el objeto vale la pena, es bello. Y lo más importante es que exige compromiso, no es sólo divertimento banal. Creo que el vinilo, como objeto, soporte, entorno y ritual, se acerca mil veces más a la verdadera experiencia del rock y la contracultura”.

Iván Molina

“Lo que mucha gente no sabe es que nunca se han dejado de fabricar vinilos. Que muchas personas hayan preferido escuchar su música en un MP3 portátil, o en su iPhone de última generación, es otra cosa”.

Andrés Padilla

Nano Stern: Es difícil hacer cosas fáciles

“Las Torres de Sal” es el nuevo disco de Nano Stern, un álbum concebido con premeditación y alevosía por el cantautor, cada vez más enfrascado en honrar la tradición de los músicos que lo influenciaron.

“Con la tecnología, es fácil crear ilusiones que no tienen nada que ver con la realidad. Existe una diferencia que nadie cuestiona entre cine y teatro, que es exactamente la misma que existe entre un disco y un concierto. Un disco se asimila a una película en que, mientras más presupuesto tienes, más te pareces a Hollywood. Con una pantalla verde en el fondo, puedes hacer que pasen cosas que en realidad nunca ocurrieron. Asimismo, en la música, se crean pantallas verdes sonoras que hacen que el cantante suene afinadísimo y la banda parezca increíble. El problema es que después los ves tocando en vivo y no pasa nada”, explica Nano Stern. El nuevo disco del cantautor, “Las Torres de Sal”, fue registrado con todos los músicos tocando en tiempo real durante cinco días en la Sala Master, una medida que tomó durante la post-producción de “Los Espejos”, su anterior trabajo.

“Está grabado así por una cosa de principios, no estética. De cómo se tocó y no de cómo suena. No te voy a mentir porque obviamente hicimos un poco de edición, pero al nivel de un fotógrafo que alterna químicos en su sala oscura y no del que le borra hasta el ombligo a una modelo en Photoshop. Muchos discos tienen instrumentos a los que se les ha borrado el ombligo”, sentencia el solista. “En este disco en particular, la música nació más desde el silencio que del ruido, en ningún momento hice demos, no grabé nada antes. Grabamos tres canciones al día y listo. Quedaron varias afuera, ya veremos qué pasa con ellas. Es bonito porque, al no haber tanto trabajo de estudio artificial, de armar y probar, se produce una comunicación mucho más directa, con mucho menos pasos de conversión intermedia, entre lo que pasa adentro mío y la gente que recibe el disco. Hay un solo paso que es la grabación de todos tocando juntos”.

“Generalmente, en mis trabajos anteriores y en realidad en la mayoría de lo que se hace, se graban los demos, después se corta y pega, buscando una ilusión que se acerque lo más posible a la idea preconcebida que tiene el autor. Por eso también las texturas musicales de “Las Torres de Sal” son más simples, porque hay más espacio. Es como el título de uno de los discos de Guiso: Es difícil hacer cosas fáciles”, explica Stern. “Me pone mal que sea difícil plasmar la música en una grabación, porque la música es mucho más que sonido, de lo que cabe en un disco, sin duda. Quizás, quiero creer que al grabarlo en vivo me acerco un poco más a lo que realmente es”.

Además de adoptar una nueva metodología en el estudio, Nano Stern dejó atrás el aura críptica de “Los Espejos” para volver a mostrar el cariz de sus dos primeros álbumes, el homónimo de 2006 y “Voy y vuelvo” de 2007. Un cambio anímico fácil de notar en el regreso del cantautor a la exaltación de lo mundano y simple de la vida. “Estuve bastante enredado con mis propios caminos, mi cabeza y mi alma. No sé si fue bueno o malo, no creo que se deba someter a un juicio valórico. Al momento de grabar este disco, me encontré en un momento hacia adentro, no introspectivo, sino por la calma. De tener tranquilidad y meditar, incluso dentro de la vida ajetreada que yo llevo. Aprendí a acercarme al ojo del huracán, a estar al medio de la gran vorágine que pasa alrededor mío y desde mí, pero quedarme como un roble, tranquilo y también con alegría. Se me empezó a aclarar la película en muchos sentidos, empecé a tener más paz interior y espacios para poder vivir esa paz. Eso te lleva, de alguna manera, a ser más sensible y enfocar tu intención y energía creativa a las causas más simples. No necesitas ir a las grandes causas o recovecos del intelecto para encontrar, sino que sencillamente el nivel sensorial se vuelve trascendente”.

JUSTICIA PARA TODOS

“El nombre y el concepto de “Las Torres de Sal” tiene que ver con la narración bíblica de la mujer de Lot, que al mirar hacia atrás se convierte en estatua de sal. Hay un diálogo entre las temporalidades (el pasado, el presente y el futuro) dentro de esa historia, porque ellos iban escapando de su pasado, yendo hacia un futuro y en un momento del presente ella decide mirar hacia atrás y ese presente fue inmortalizado, cristalizado para siempre. A mí me pasa que, en el viajar constante, cuando miro en los recuerdos, se cristalizan cosas que van saliendo, también como estatuas de sal. Son pequeñas instantáneas, fotos de paisajes. Todo tiene una cosa un poco surrealista. Es bonito cristalizar momentos que realmente sucedieron”, explica Stern.

Evidentemente autobiográfico, el nuevo disco del cantautor es un mapa de las historias que ha acumulado en su vida, marcada por largas estadías en el extranjero y su paso por festivales europeos de folk, que le han enseñado a desmarcarse de las enseñanzas de la academia. “Yo fui casi cuatro años a la universidad, todo lo que me enseñaron ahora lo quiero olvidar”, versa la letra de ‘Cuatro Vientos’, el tema inaugural del álbum, mientras un cello ejecuta un fragmento de la Sonata para Cello de Bach. “No ataco a la música docta, sino que voy en contra de la enseñanza tan rígida, que vale callampa y no tiene nada que ver con la música en sí y hasta acaba matando su belleza. Muchos jóvenes que entran con energía a la escuela terminan mal por el resto de su vida. También escucho poca música mainstream. No es que no me guste, pero me aburre un poco lo que está amarrado a los códigos del pop. El concepto de world music es tan arrogante por parte de la industria musical anglo, que sólo piensa en rock, pop y después en ‘todo lo demás’”.

Y si de hacer justicia se trata, la participación de Antonio Restucci, Francisco Sazo de Congreso y Joe Vasconcellos en “Las Torres de Sal” es el reconocimiento de Nano Stern a la influencia de estos músicos en su carrera. “Admiro la honestidad de sus carreras. Me atrevería a decir que Antonio Restucci es el mejor guitarrista de este país y Pancho Sazo es la voz de único grupo en Chile que ha logrado permanecer de esa forma. La situación de Los Jaivas es paupérrima, Inti Illimani está dividido en dos, Quilapayún también y con Illapu no pasa mucho. Pero Congreso siguen lanzando discazos, como el último que lanzaron, tienen cerca de 60 años y todavía sacan álbumes con pelotas. Y la conciencia popular es injusta con el Joe, creen que sólo es ‘Las seis’ y él tiene una trayectoria musical impresionante.

“Escucho mucha música. Últimamente he viajado un poco menos, hace un año que tengo casa, entonces desde hace un tiempo que tengo mi equipo y puedo darme el lujo de volver a revisar discos, lo hago por lo menos un par de veces a la semana. Es como ir al colegio. Tenía muchos guardados del tiempo de la universidad, como estudié Música y Composición, estaba rodeado de un input súper diferente y he ido acumulando cedés en festivales alrededor del mundo”, cuenta Stern. Sus palabras son a propósito de “Las Torres de Sal”, cuya presentación en formato físico muestra un especial esmero en el objeto. “Tiene trece carátulas distintas, una por tema, que las hizo Camilo Huinca. El eje de eso fue la poesía, porque no tenía demos ni nada para empezar a trabajar, así que le pasé las letras. Esperamos poder exponer esos cuadros eventualmente, como un complemento a las canciones, pero también como obras individuales”.

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RECUADRO

PREMEDITACIÓN Y ALEVOSÍA

“Este disco recoge dos momentos y tiene dos partes, claramente. Una que viene desde la pasión y otra que viene desde el desapego. Hay canciones muy descriptivas. Si te fijas, la letra del último tema tiene doce versos que hablan sobre las doce canciones anteriores, bajo la óptica de la impermanencia. Dice, por ejemplo, ‘tras cuatro estaciones, el comienzo nace del final’. Además de esas dos mitades, también tiene cuatro partes que hacen referencia a los cuatro elementos. Comienza con el aire (‘Cuatro Vientos’), la Violeta que vuela como un pajarito (‘Violeta’). Después pasa a la tierra, primero a través de la flor (‘La Flor del Cactus’), que es un nexo entre el aire, la tierra, el cactus y llega al desierto (‘Las Torres de Sal’). Se mantiene la tierra en la canción de la felicidad (‘La Felicidad’) que dice ‘basta con estas cosas’, después llega el flujo del agua (‘El Río de los Tiempos’, ‘La esperanza), toda esta cosa que no sabes dónde se dirige y vas volando (‘Voy volando’) hasta que empieza a arder. Y llega el fuego, el elemento de rabia (‘La Llama de la Impotencia’, ‘La Raíz’), canciones que queman con urgencia, rabia y pasión. Finalmente todo empieza a transformarse de nuevo, a través del agua (‘Naufragar’), hacia el aire (‘Lágrimas de Oro y Plata’), con el último tema (‘El Comienzo’) que reúne a los demás hablando de ellos y todo lo dice desde otro lugar, lo relativiza. Dice ‘mueren las violetas, sus semillas cruzarán el mar’. Esa cosa hermosa muere, pero continúa. ‘Los desiertos se cubren con flores que después se van’, es una pasión terrible, pero pasa, como todo. Continúa con varias imágenes más, como que ‘los espíritus caminan entre las torres de sal’ o ‘duermen lado a lado la tristeza y la felicidad’. Es una razón muy budista, aceptar que la impermanencia es lo único permanente y estar en buena con eso”.

Caravana: Sentimientos básicos

Rodrigo Santis presenta Caravana, su nuevo proyecto, y nos habla sobre la ruta que va desde el ruido hasta la nobleza de lo acústico. Por ese camino transita el líder de los históricos Congelador.

Hay muchas maneras de referirse a Caravana y su disco homónimo, y todas tienen un poco de verdad. Está bien decir que es el tercer álbum de Rodrigo Santis, el vocalista del grupo Congelador, fuera de la banda. Aunque también tiene sabor a debut, porque el músico lo firmó con un nuevo alias, luego de usar su nombre de pila en “Campos de hielo” (1999) y el seudónimo Paranormal para una placa de mismo nombre en 2001. De hecho, el único miembro estable de Caravana es Santis, pero no es un experimento cien por ciento solista. El músico explica que, pese a ser el principal artífice del proyecto y sus canciones, no se imagina sobre un escenario tocando estos temas completamente solo.

También es acertado afirmar que “Caravana”, el disco, es una suerte de selección all-stars de la escena independiente santiaguina. Partiendo por su protagonista, el líder de Congelador, una de las bandas esenciales de Chile a fines de los ’90, cultores del post-rock y uno de los primeros en olfatear que la excepción se convertiría en norma; antes de que los sellos grandes abandonaran a los músicos locales y autogestionarse dejara de ser una opción marginal para transformarse en la única forma de existir. Gran parte de los instrumentos fueron grabados por él, pero además están presentes Gepe (coros y batería), Fernando Milagros (coros) y Pedropiedra (bajo).

Junto a ellos, la cellista Felicia Morales y la pianista Gretchen Schadebrodt completan el elenco que da vida a las diez acústicas canciones que forman el álbum de Caravana. “Tenía la idea de armar un grupo, pero se fue derivando en que lo controlaba yo. Es solista, aunque con expectativas de que funcione como banda, porque no lo quiero centrado en mi persona”, asegura Rodrigo Santis. “Algunos temas tienen un buen rato, sentí que era momento de armar algo más. Siempre he tenido, por lo menos un proyecto paralelo vigente con temas en guitarra de palo, Ahora sentí que era el minuto para mostrarlo”.

“Ahora con Caravana me preocupé de que las cosas que digo tengan un sentido más concreto, no como en Congelador, donde lo que importaba era la musicalidad de las palabras, aunque fueran abstractas. El disco apela a cosas genuinas y sencillas, así que también intenté hacer letras que fueran simples; no tontas, aunque sí que estuvieran al límite. También está relacionado con mi etapa personal, con ser padre y empezar a expresarte, sin planearlo, de una manera más universal. Yo no me considero tampoco una persona tan profunda o compleja, me gustan los sentimientos básicos”, cuenta el músico.

Durante el mes de abril, “Caravana” estuvo como descarga gratuita en el sitio del sello Quemasucabeza, con muy buenos resultados, a la espera de su edición en vinilo. “Fue como sacar la cancha vip y que los más interesados llegaran antes para ver desde más cerca”, asegura Santis. Por ahora, el cantautor muestra su faceta más reposada en este nuevo emprendimiento, aunque con una advertencia: “he hablado con los Congelador y queremos volver a rockear. Vamos a juntarnos el segundo semestre para grabar un disco que lanzaremos en marzo del próximo año. A veces pienso que uno se pone más viejo y, por ende, más tranquilo. Es cierto que el ruido es cansador, pero a mí me encanta”.

Pasto: Contradicción vital

El grupo es Pasto, su debut se llama “Almendral” y el primer single lleva por título ‘El Cuatrero’. Por supuesto que no son de Santiago, sino de Los Andes, lugar que miran con ojo crítico, aunque lo prefieren a ojos cerrados por sobre la capital.

A mediados de la década pasada, Pasto grabó su primer demo. Fue en la comuna de Catemu. Específicamente, en un lugar que pocos imaginan ligado al rock: el estudio de Alex Cítrico, acordeonista del conjunto tropical La Noche. “La única mano era ésa, ahí en la cuna de la cumbia”, explican. Entre ese registro y “Almendral”, su reciente debut en larga duración, producido por Felipe Cadenasso (Matorral), los cambios han ido y venido en la cronología de esta banda nacida en Los Andes.

Pero, si hay algo que se ha mantenido (y alimentado con el paso de los años), es la contradicción vital que afecta al grupo porque, al igual que un adolescente, Pasto quiere ser único, distinto a todo lo demás. Y sin embargo, también desea encajar, pertenecer.

Cuando empezamos, en Santiago estaba la onda Algo Records, bien cool. En San Felipe, en cambio, todavía el metal y el grunge existían de una forma súper potente, igual que ahora –dicen-. Nosotros, para afiatar la banda, sacábamos covers de Los Iracundos y Salvatore Adamo. Nada que ver con el resto.

Una vez en la capital, en 2005 y siempre como visita, Pasto completaron “Amateur EP” asesorados por Algo Records y se lanzaron a compartir escenario con Ramires!, Guiso y otros ilustres de la época. También hicieron buenas migas con Los Coléricos y Bellyco, pero sobre todo con Matorral. Todo el avance quedó en nada cuando los dejó su baterista y no encontraron un reemplazante. “No hay mucha gente que toque en Los Andes o San Felipe y no queríamos codearnos con los que hacen metal y grunge”, afirman, “en su mayoría, son personas que no escuchan música, que están pegadas”.

Hubo una laguna de tiempo grande ahí, nos dejamos de juntar y estábamos chatos porque todo nos salía mal -recuerdan-. Pero, al final, si haces canciones y no las tocas, tampoco tiene sentido. Estuvimos dos años parados y volvimos el 2010 con un show en la SCD junto a Protistas. Es que el grupo siempre va a tener una razón de ser mientras las ganas pesen más que el desgaste.

Retomado el contacto con Cadenasso, ahora en el rol de productor, Pasto dio forma a su álbum debut en otro lugar con historia: la casa que Matorral tenía como centro de operaciones y que se quemó el verano pasado. El infortunio demoró la salida de “Almendral”, que finalmente vio la luz hace poco más de un mes, por descarga libre vía pastonline.cl.

De problemas sabe esta banda, que trabaja de forma inusual. “A Santiago sólo venimos para tocar, no tenemos el roce que da el circuito, así que por ese lado no tenemos mucho apoyo”, continúan, “pero no nos gusta el estilo de vida capitalino como para venirnos”.

Admiramos a los grupos como The Ganjas, que suenan súper internacionales, pero nunca seremos así –sentencian-. Somos de regiones, tenemos cultura AM de canciones cebolla y también de hits de los ’80. Tenemos un filtro que pretende darle tintes populares a lo que escuchamos, que va desde rancheras hasta Joy Division, desde Los Diablos Azules hasta The Smiths. Para nosotros, John Lennon y Bob Marley están a la misma altura de Rafael y Eduardo Franco.

Nano Stern - Las torres de sal

El preludio de las suites para cello de Johann Sebastian Bach, una de las piezas doctas más famosas de la historia, hace una aparición fantasmal en ‘Cuatro Vientos’ (el tema que abre “Las Torres de Sal”), justo cuando Nano Stern cuenta que “yo fui casi cuatro a la universidad, todo lo que me enseñaron ahora trato de olvidar”. Dicen que la única forma de acabar con la cátedra es conociendo a fondo su estructura y el cantautor, que prefirió viajar por el mundo en vez de quedarse en las aulas, ha hecho de la praxis su principal formación teórica.


Este disco es el cuarto en estudio del solista, pero viene precedido por dos registros en vivo (el DVD “En Casa” y el álbum “Live In Concert”) y tiene más que ver con esos trabajos que con el renegrido “Los Espejos” (2009). De hecho, fue grabado a la antigua en Sala Master: todos los músicos de una sola vez, sin mucha post producción, dejando que los instrumentos entren a cada micrófono para sonar lo más amplio y orgánico posible. Cualidad apreciable en la –literalmente- inmensa batería de ‘La Raíz’ o en la nobleza acústica de ‘La Felicidad’.


Trabajar así no es el único gusto que se da Nano Stern en su nuevo álbum. Hacia el final de la placa hay apariciones consecutivas de las dos voces de los imprescindibles Congreso: Pancho Sazo en ‘Naufragar’ y Joe Vasconcellos en ‘Lágrimas de Oro y Plata’ (que toma prestado el inicio de ‘Hijo del Sol Luminoso’). En todo caso, el lujo más grande del que puede jactarse el cantautor es exprimir el momento y con igual vigor expresar alegría (‘Décimas a la Viola’), tristeza (‘Flor de Cactus’) y tranquilidad (‘El Comienzo’). Está bien vivir para contarlo, pero vivir para cantarlo es mucho mejor.

Indheo - Rendirse jamás

Indheo presenta su segundo disco, “Necesidad”, el nuevo capítulo de una historia que debería ser contada más seguido.

Dicen que la prueba de fuego para un grupo es sobrevivir al segundo disco. Otros dicen que es mentira, porque las secuelas vienen con la energía del primer impulso y en realidad el tercer álbum es el consagratorio de una carrera. Pero estamos en Chile, un país cuya escena rockera tiene una altísima tasa de trayectorias inconclusas, con bandas que se disuelven tras debutar y sólo alcanzan a dejar un elepé para la posteridad, antes de pasar al olvido en el común de los casos. Se disuelven por sí o por no: cuando les va mal, apelan a malos resultados; cuando les va bien, son incapaces de soportar la carga que implica profesionalizarse. Triste, pero cierto.

Por eso, hablar sobre Indheo es necesario y ejemplificador. El quinteto está presentando su segundo disco, “Necesidad”, lanzado en 2010 y difundido mediante el single ‘Coma’, cuya letra (como todo el resto del álbum) está dedicada a la memoria del guitarrista Ariel Espinoza. “Sé que estás aquí y no encuentras la manera de regresar, toma aliento y despierta”, le cantan sus amigos a uno de los fundadores del conjunto, fallecido poco después de finalizar la grabación de la placa debut, “Incomprensible”.

“Murió en la entrada de su casa a los 24 años, por culpa de un infarto. Tenía listo el amplificador y la guitarra en la puerta porque estábamos a punto de juntarnos a ensayar. Era una imagen dantesca”, recuerda el batero Felipe Chirinos. De ahí en más, sus compañeros decidieron tributar la imagen del malogrado músico tocando sin parar, donde fuera que los invitaran, y editando aquella ópera prima en 2007. Cuatro años después, con la misma entereza, la banda está de vuelta en forma y ya piensa en el futuro.

“El nombre Indheo es una sigla que tiene un significado secreto. Los títulos de los discos van siguiendo cada letra, desde la I hasta la O, en la medida en que van saliendo. Ya sabemos las temáticas de los próximos. Incluso hay un álbum de covers de mujeres, ésa es la idea. Fue al revés de lo normal. Con otros músicos con los que conversamos esto, terminamos discutiendo porque nos dicen que estamos encasillándonos antes de hacer algo sin saber qué pasará, pero nosotros ni siquiera nos cuestionamos eso. Somos medio cuadrados, tal vez, pero funciona bien. Nos planteamos desde el principio lo que queríamos, así que da lo mismo si nos pescan o no, o cómo nos vaya. Incluso quiénes estemos en la banda. Es un compromiso que adquirimos a raíz de lo que nos pasó con Ariel, porque esto no puede parar”, sentencian.

“Queremos aplicar nuestro modelo de trabajo a bandas más chicas, armar una productora o un sello, con nosotros como primeros conejillos de Indias. Lo que sabemos nos ha costado un mundo aprenderlo y queremos compartirlo con otros grupos. Somos totalmente autogestionados y autoproducidos, sólo recurrimos a gente especializada para ciertos asuntos, como el diseño o los videos”, revelan. Indheo aprendió, de la manera más dura, unas de las lecciones básicas que un músico chileno debe conocer: no se puede tener el pecho frío y ser rockero al mismo tiempo. “La consigna es seguir, aunque estemos muriéndonos, con cien hijos o sin los brazos. Llegamos a un punto sin retorno. Cuando se acaben las letras del nombre, lo cambiaremos o lo alargaremos”.

Indheo - Necesidad

Perder a un amigo debe ser una de las circunstancias más dolorosas de la vida. Ahora, si es por culpa de una muerte inoportuna, el efecto se agrava hasta niveles insospechados, desencadenando todo tipo de pensamientos sobre la fragilidad de la existencia y lo que ocurre después del paso terrenal. Indheo es una banda chilena que cree en el espíritu como un ente autónomo, desprendido del cuerpo, imperecedero. La biografía del grupo y sus canciones claman a gritos que este quinteto santiaguino existe por su propia cuenta, independiente de quienes lo compongan de momento, de los que se van y de los que llegan.

El guitarrista Ariel Espinoza tuvo que partir, contra su voluntad, de este proyecto.

Falleció en la puerta de su casa, listo y dispuesto para salir a ensayar con sus compañeros, en el ocaso del año 2006. "Incomprensible", el primer álbum de Indheo, fue editado en la temporada siguiente y titulado en honor a la palabra que mejor definía la partida del músico, según los integrantes del conjunto. Luego de enfrentar varios problemas -que hasta ahora han impedido la debida promoción del disco-, apareció este segundo trabajo, llamado "Necesidad".

Hablar sobre este elepé es un ejercicio que, de preferencia, debe tener en cuenta lo recién narrado para desarrollar un contexto adecuado de las canciones que lo componen. Cada una de ellas está basada en Espinoza o dirigida a él, tanto a su recuerdo como a la presencia que sus colegas y amigos sienten hasta el día de hoy, una energía de compleja descripción con otra palabra que no sea espíritu y que ellos atribuyen a su persona. Nos encontramos, entonces, con una obra de origen doloroso, ejecutada con inusitada pasión (aquélla que sólo se transmite cuando es auténtica) y a rostro descubierto, sin caretas. Más real que lo real.

La mera sobrevivencia de Indheo, como empalme, a la muerte de uno de sus fundadores y la posterior continuidad dada a su trabajo hacen de la banda un asunto de respeto. Como en la escena de la película “V de Venganza”, cuando V (el enmascarado protagonista) afirma que las ideas son a prueba de balas, el grupo se sobrepuso a la pérdida pese a estar malherido en su núcleo. Un proyecto musical mermado jamás podría componer algo tan redondo como, por ejemplo, el descollante single ‘Coma’, tema encargado de abrir los fuegos del álbum.

“Sé que estás aquí y no encuentras la manera de regresar / toma aliento y despierta”, canta el vocalista Marcelo Planas, en una interpretación de alto octanaje emotivo que repite después “y los días morirán / al final, regresarás”. Queda instaurado en ese primer momento, entonces, el idioma hablado por el quinteto; sincretismo de variadas cepas del rock alternativo (proclive al post grunge, si se busca rotular con cierto nivel de prudencia) y el tono voluble de letras a escala humana, que exploran afectos quebrados.

Más que un disco sobre la muerte, “Necesidad” nace a propósito de ella, desde el recuerdo de Ariel Espinoza y hacia la reflexión de asuntos anexos a su pérdida, sin caer en esoterismos innecesarios, gracias a una entrañable tosquedad. Tal coherencia posibilita que convivan entre sí la irascible canción que da nombre al elepé (equivalente a un corte recién hecho que emana sangre), ‘Siento Tu Voz’ (la herida seca, pero aún en carne viva) y ‘Huellas’ (la nueva cicatriz en la piel). Momentos que se favorecen de una producción certera, concentrada en la alta fidelidad del registro y carente de aspavientos, a cargo de Jorge Chirinos, bajista de la banda.

Indheo otorga a las guitarras el rol protagónico para acentuar la magnitud de la situación: el siempre importante segundo disco, que además es el primero del grupo sin su fallecido fundador en cuerpo presente. Carencia terrenal que propicia un permanente diálogo entre dimensiones de la existencia conocidas y otras por conocer, causado por la convicción de la banda en que el espíritu de su ex miembro los acompaña y en que el proyecto que integran posee, a su vez, alma propia. Dos certezas que alcanzan para salir a flote en un mar de incertidumbre.

Simon Reynolds - Después del rock (Sicodelia, postpunk, electrónica y otras revoluciones inconclusas)

Es limitado el espacio que la memoria colectiva reserva para los periodistas musicales. Más bien nulo, en términos de fama real. Unos pocos, como John Peel o Lester Bangs, gozan de reconocimiento en ciertos sectores, usualmente más iniciados de lo común. Por eso es comprensible que el nombre de Simon Reynolds no provoque, en la mayoría de los casos, inmediata empatía. Sin embargo, esta pluma inglesa es una de las más insignes de los últimos 20 años, cuando se trata de conceptualizar en palabras lo que ha pasado con la música popular, y sus ideas han ayudado a varias camadas de redactores a pensar dos veces antes de escribir sobre una banda, un disco o una canción.

“Después del rock” es una antología de textos de Simon Reynolds, que busca funcionar como una introducción a la línea de pensamiento del crítico, cuya firma ha sido estampada en medios como la extinta revista londinense Melody Maker, además de The Guardian, Rolling Stone, Mojo y Uncut, entre varios otros. El libro es, además, la primera edición en español del periodista. Un trabajo realizado en Argentina por Pablo Schanton, discípulo de Reynolds, quien seleccionó el material que se publicó en esta recopilación y además escribió el prólogo y la entrevista al propio autor que está incluida como un anexo a las excelentes traducciones que presenta este compendio de inmensa utilidad. No sólo para profesionales del ámbito, sino para cualquier persona relativamente interesada en escapar de las nociones convencionales que nos presentan sobre música.

Bajo la lógica de Reynolds, provista de un arsenal impresionante de referencias, Madonna deja de ser ese personaje vanguardista y atrevido que toda la prensa nos vende (sin jamás cuestionarlo) y se transforma en una astuta emuladora de la moda gay, que replica su estética y la populariza. El punk, según el crítico, no propone revolución alguna en la historia del rock, sino que el verdadero aporte radica en lo que vino después: el post-punk de Joy Division o The Fall, que fue más que una mera reforma. En esa línea de razonamiento, el periodista inglés acuñó el término post-rock, para referirse a lo que sucede cuando las herramientas del rock no están al servicio del rock, sino al de otras búsquedas sonoras. Siempre intentando que los cimientos de la oficialidad tiemblen, Reynolds hace que Tim Buckley sea más importante que Bob Dylan en su análisis, en una postura que hoy repite prefiriendo Vampire Weekend antes que Arcade Fire.

Como la lectura aleccionadora que es, “Después del rock” demanda tiempo y esmero en su digestión, que puede verse un poco dificultada por la –a veces abrumadora- cantidad de información que el autor maneja. Cuando Simon Reynolds habla de música, no sólo reflexiona sobre ella, sino que pasea con extrema lucidez por otras corrientes del saber (como filosofía, política y economía), aunque siempre para demostrar un punto nacido del análisis musical. En una meticulosa disección, por ejemplo, el periodista concluye que el hip-hop es un “reflejo hiperbólico del sistema capitalismo/patriarcado”, en el ensayo llamado “Hip Hop”, donde toma a Public Enemy como objeto de estudio y descarta los mitos sobre la banda, incluso acercando sus ideales al de una célula fascista.

Simon Reynolds omite varios de los elementos que configuran al clásico escritor de rock, para redactar textos desapegados de las convenciones generales. Su pluma no está contaminada por los conteos que aplauden siempre a los mismos álbumes y grupos, ni por la mansedumbre ante los tótems erigidos por los historiadores de la música popular. Incluso se olvida del protocolo y sospecha de sus propias capacidades, por culpa de su edad, cuando duda sobre la aparición de una banda verdaderamente esencial en los últimos años. A todas luces, un disidente de excepción, capaz de abrir el pasadizo secreto hacia otra forma de pensar y ser un vínculo a otros autores y discos iluminadores. Para melómanos expertos y no tanto, “Después del rock” es la clase de semilla desde la que brotan las preguntas y respuestas más sensatas del diálogo infinito entre una persona y la música que escucha.

Diego Álvarez: Sacar la voz

“Humo Blanco”, el primer disco en solitario de Diego Álvarez, guitarrista de Mecánica Popular y Manuel García, estuvo en la incubadora por más de dos años. Pero ahora es cuando.

Diego Álvarez ha estado siempre a la sombra de Manuel García, primero en su época juntos en Mecánica Popular, y después como miembro de la banda de apoyo del cantante. Ahora, el guitarrista se apropia del micrófono en “Humo Blanco”, el primer experimento solista que edita, bajo el alero del Sello Azul en el marco de los múltiples lanzamientos simultáneos que la etiqueta de la SCD está presentando.

-Sacar la voz fue un parto –confiesa-. De hecho, todavía es algo que está ahí definiéndose. Para mí, grabar un disco es como sacar una foto a la antigua, o sea que cuando ya la tomaste, quedó ahí y no puedes cambiar nada más. Independiente de cómo saliera, sentía que tenía que hacerlo sí o sí. Ahora lo escucho y sé que tengo que desarrollar y perfeccionar cosas, sobre todo un personaje. No ha sido tan fácil como llegar y cantar.

Álvarez registró “Humo Blanco” en 2009, convencido de que su momento había llegado, pero no fue sino hasta la convocatoria de este año del Sello Azul que logró lanzar el álbum. Él mismo reconoce que, pese al bagaje acumulado tocando desde que era un quinceañero, había muchos aspectos en los que era como cualquier novato. “En el sello tuvimos talleres de puesta en escena, hubo un apoyo fuerte, nos enseñaron a presentarnos y a manejar una audiencia”, continúa, “recibimos orientación hasta en temas como el vestuario o la disposición de los músicos en un escenario”.

-En mi disco me dio lo mismo sonar parecido o no a Mecánica Popular –asegura el músico-. De hecho, ‘Bordados’ (el primer single, junto a Manuel García) y ‘Hombre en el desierto’ fueron concebidas pensando en un cuarto álbum del grupo, tal como pasó con ‘Reloj’ (canción de la última placa de García, “S/T”). Las versiones que hago yo son súper parecidas a las que teníamos con la banda, no hubo reparos ni cautela, todo lo contrario. Quiero proyectar lo que Mecánica Popular me proporcionó como formación musical.

“Me vine muy chico a Chile, pero nací en Argentina y la sangre tira”, explica Álvarez, consultado sobre la clara influencia del rock trasandino en su propuesta. “Los discos tienen parentescos y el abuelo de “Humo Blanco” es Spinetta, así como Aznar también es de la familia. Y por supuesto que hay de los Beatles, en especial, de Harrison, porque me formé con ellos musicalmente”, detalla, “pero además puse atención en las sonoridades y en la creación de atmósferas, tipo Radiohead, y también hay un poco de Porcupine Tree”.

Si te fijas en la portada de “Humo Blanco”, al lado mío hay un maniquí tumbado y con audífonos puestos, conectados a mi guitarra –describe-. De su cabeza, que está abierta, sale luz. Me interesaba tener un personaje inerte siendo iluminado por la música. Es una metáfora sobre la inercia en la que uno tiene el riesgo de caer. Yo tengo un trabajo de medio tiempo, en una empresa de contabilidad, y ahí veo ese sonambulismo, que te atrapa sin que te des cuenta, a través de la rutina, de la tele. Creo que las canciones son una herramienta increíble para hacer catarsis. Por eso quería registrar a toda costa lo que estaba haciendo. Uno nunca sabe lo que puede despertar en otra persona.

Signuz: Experiencia límite

Después de un improvisado primer disco y de foguearse tocando en vivo, Signuz ya sabe cuál será la columna vertebral de su nuevo álbum: todas las canciones estarán basadas en hechos reales.

Rock sensual. Ése fue el término acuñado por Signuz, al momento de abordar la tediosa empresa de autodefinirse de alguna manera, cuando editaron su debut, un disco sugerentemente bautizado “Deseo, Seducción y Miel”. Hoy, mientras la banda prepara un nuevo álbum (de título tentativo “Dame Más”), también busca enriquecer el significado de su propio subgénero musical. Es que la sensualidad de la que habla este trío, nacido y radicado por convicción en Valparaíso, se refiere más a las amplias posibilidades de lo sensorial que a la inmediata lectura lasciva de la palabra. Cinco sentidos en vez de sólo uno.

‘Sin control sobre mi cuerpo’, el primer adelanto del venidero material (disponible gratis en signuz.com), explora en latitudes antes imprevistas para el grupo. “Relata una experiencia real, donde el protagonista (Alamiro Arias, vocalista) enfrenta una situación al borde de la muerte, pues sufre una meningoencefalitis viral que lo deja en un estado donde pierde, como dice el título, el control de su cuerpo. Entonces la letra trata todo lo relativo a eso, a perder el dominio cuando menos se espera, a la desesperación que ello significa”, continúan, “es ahí donde la relación entre lo visceral y nuestra música se vuelve más estrecha, pues se trata de eso precisamente, de una experiencia corporal contada a través de la música”.

Todas las canciones del nuevo disco están basadas en hechos reales -cuentan-. Con respecto a lo musical, finalmente logramos encontrar la identidad de la banda, siendo sinceros al momento de componer los temas, introduciendo además nuevos sonidos y no limitándonos en nada. El álbum anterior fue una recopilación de canciones tomadas desde nuestros inicios y que poca relación guardaban entre si, porque no teníamos la intención de concretarlas.

En palabras de Signuz, la idea es llevar a la gente a una experiencia límite. “Nos referimos a la reacción que esperamos ver en las personas que nos escuchan. Si bien las letras y temáticas de nuestras canciones pueden ser parecidas a las de otras bandas en ciertos aspectos, lo que hacemos siempre está jugando con el límite de las sensaciones, de los sentidos, llevando a una experiencia de clímax, estimulante y orgásmica en algunos puntos. En definitiva, intentamos intensificar aquello que de por sí logra la música, llevándolo un poco más allá”, afirman.

-En “Deseo, Seducción y Miel” hay un cover de ‘Los Momentos’ de Eduardo Gatti y ahora preparan una versión de ‘Amores Incompletos’ de Los Tres. ¿Cuál es su conexión con el imaginario de la música popular chilena?

-La vemos como a una gran familia. Por eso hacemos estos covers, que sin querer se están transformado una tradición, son canciones que están en el ADN de los chilenos. Se ve claramente cuando las tocamos en vivo porque todos se saben las letras. Así rendimos culto a nuestros artistas, los revaloramos y potenciamos lo nacional.

-¿Cuándo aparecerá “Dame Más”?

-Esperamos que esté disponible a comienzos del 2012, para que así la gente tenga un año para disfrutarlo antes del fin del mundo.

Tomates Rocky: Rock jugoso y sicodelia de supermercado

El grupo nacional Tomates Rocky debuta para recordarnos que no todo debe ser tan serio y que, en cualquier momento, los transgénicos podrían llegar a invadir el planeta.

Nada es muy convencional en la historia de Tomates Rocky, banda santiaguina integrada por cinco amigos y que acaba de lanzar su primer disco. Titulado “De Malloco a su mesa”, el álbum está disponible para descarga libre en el sitio de Armatoste Brazo Discográfico, netlabel chileno estrenado recientemente. En el sello, este quinteto de apetitoso nombre convive con otros nueve grupos jóvenes, como The Suicide Bitches (los teloneros de Stone Temple Pilots en Chile) o Las Madres. Pero, a decir verdad, el debutante conjunto ofrece la propuesta más distintiva de la compañía, cuyo catálogo muestra otra clase de coherencia –y seriedad- estética y musical.

“Nacimos en un contexto de no tomarse mucho la cosa en serio, pero con una cuota de disciplina por el gusto de pasarlo bien, querer tocar y tocar, y echar la talla”, cuenta Nicolás Bowen, teclista y cantante de Tomates Rocky. Una aclaración que debe ser hecha de entrada, porque la banda usa el sentido del humor como su bandera de lucha, siguiendo –aunque no de forma literal- una postura semi cómica similar a la de rockeros criollos como Florcita Motuda, Sexual Democracia, Mauricio Redolés o Chancho en Piedra. Eso sí, para el grupo, su impronta tiene un nombre: sicodelia de supermercado.

Desde la familia de tomates invasores del espacio (y como si fuera poco, transgénicos y antropófagos) de su portada, “De Malloco a su mesa” sirve para exprimir el jugoso imaginario del quinteto, cuya vida está ligada a la herencia de dos teclistas. “Usamos un Casio común y corriente, pero llevando a su máxima expresión el sonido sintético que trata de emular un Hammond, como el de Ray Manzarek”, explica Bowen, quien reconoce que su fanatismo por The Doors dio pie a la formación del conjunto. He ahí la sicodelia. ¿Y el supermercado? “Nuestro gran referente es el maestro Rolando Urbina, un tecladista que se instalaba a tocar con un Hammond en las afueras del supermercado, una experiencia común de nuestras infancias. Luego de un tiempo de estar inventando canciones, nos dimos cuenta de que nuestro Casio tenía algo muy similar a lo que interpretaba aquel señor”.

Otras influencia que el grupo reconoce abiertamente es la de las antiguas canciones de los programas Sábado Gigante y Martes 13, canalizada en el gusto compartido por íconos más convencionales como Led Zeppelin, Pink Floyd o King Crimson. “No queremos hacer nada de forma elaborada, al contrario. Nuestro enfoque está en pasarlo bien y hacer que las canciones fluyan de forma natural”, afirma Nicolás Bowen. Algo que se nota en sus temas; por ejemplo, la letra de ‘Vo vela’ (que es la descripción de las cajetillas de cigarros) o ‘Martes’, donde invitan al rapero Tobito a rimar. Lo que podría sonar descabellado, a Tomates Rocky le parece lógico. “La música tiene muchas vertientes y hay que saber utilizarlas para lograr diferentes resultados”.

Libra - Entre ángeles y demonios

La clásica frase con la que Libra titula su tercer álbum, el sucesor de “Vol II: El Efecto” (2007), resume la evolución que el grupo ha experimentado desde sus inicios como parte de la escena aggro de Santiago. Hoy convertida en trío, tras haber sido quinteto y luego cuarteto, la banda se entrega a la búsqueda exhaustiva de una impronta que le permita mantener el filo rockero, pero también dedicarse a fraguar canciones que comuniquen el interés del conjunto en un sonido más elaborado y cada vez menos áspero. Eso es “Entre Ángeles y Demonios”.

Aunque el nombre de este disco también podría referirse a la mezcla de colaboradores que convive en sus créditos. El contrabajista jazzero Rodrigo Galarce aporta en algunos pasajes, mientras la solista pop Daniela Aleuy contribuye con su voz y el bajista Ra Díaz (un ángel y demonio en sí mismo, que ha conjugado proyectos pop y rock durante su carrera) agrega lo suyo, entre otros músicos que figuran como invitados a la placa.

Libra camina con paso firme sobre la cuerda floja a la que –voluntariosamente- se subió al resolver que ninguna etiqueta podría encapsular su apuesta. Al menos, no fácilmente. Es tanto el ímpetu de la banda por mostrarse multifacética, que “Entre Ángeles y Demonios” hace caso de la norma impuesta por la cultura de la inmediatez y se desarrolla durante cerca de 70 minutos, a través de 16 pistas. Según la interpretación, un error o un acto de valentía, en tiempos en que la celeridad es ley.

Destaca especialmente la repetición de la primera persona plural (nosotros) y de las referencias a un entorno hostil en los coros mejor logrados del álbum: “somos dos / avanzando en este mundo / tan interno, tan profundo / permanente”, dicen en ‘Somos Dos’ y “buscaremos otro mundo / donde no haya nada que perder”, en ‘Todo El Poder’. Si la intención de Libra es empatizar con el oyente, el grupo lo consigue sin titubear y debería seguir probando suerte en esas lides, alerta a la posibilidad de que sus canciones se conviertan en testimonio de esta época convulsionada.

Durante “Entre Ángeles y Demonios”, el trío de Jaime Fernández (voz), César Ascencio (guitarra y sintetizadores) y Cristóbal Orozco (batería) despliega todos los argumentos que lo han convertido en uno de los nombres más atractivos del panorama rockero en Chile: música, imagen, aura y apetito de masividad suficientes para que la banda siga pavimentando su bien ganado prestigio como objeto exportable.

Tejado Pimiento - Sensación de verdad

La hoja de vida de Tejado Pimiento está marcada por Garage Music,
concurso televisivo emitido por Canal 13 y ganado por esta banda en
2008, antes de que los programas de talento sólo buscaran dobles. Para
cualquiera que note los vicios de la industria del entretenimiento, un
grupo con tales antecedentes merece, por lo menos, una cuota básica de
desconfianza, considerando que la mayoría de los que gozan el mismo
estatus carecen de mérito artístico. Usualmente se trata más del
potencial para conseguir fama, y exprimir el momento para obtener
alguna ganancia, que de capacidades.

“Sensación de verdad” es el primer material que este cuarteto lanza
desde aquel premio, que consistió en salir de gira con músicos
profesionales como Lucybell y Los Jaivas. Un EP que muestra un salto
olímpico desde su álbum debut, “Triciclo” (2007), así como un
saludable acercamiento del grupo al pop, esbozado en que todas sus
nuevas canciones responden a estructuras apetecidas por la oreja
popular. Es decir, temas fáciles de escuchar y cantar, listos para ser
memorizados y con ganas de provocar emociones. Sin repetir ni
equivocarse, Tejado Pimiento entrega seis cortes que confirman lo que
sus acciones también comunican: este proyecto tiene altísimas
expectativas.

Después de todo, hablamos de la misma banda que toca en vivo un cover
de ‘Tren al sur’ de Los Prisioneros, que ha sido telonera de Los
Bunkers y que realizó el video del single ‘Sensación de verdad’ con
Alterado! Producciones (responsables de clips de Los Ex! y Francisco
González). No se puede dudar del profesionalismo y la seriedad que
inspira el prontuario de la agrupación, así como tampoco de sus
aparentes aspiraciones de llegar hasta lo más alto del rock en Chile,
sustentadas en una propuesta lúcida y acorde a las intenciones que
acusan sus actos.

Dentro del imaginario odiosamente apodado rock-pop (¿o pop-rock?),
Tejado Pimiento consigue deslizarse con gracia y establecer que su
manejo de los códigos de este género híbrido es amplio, lo suficiente
como para terminar con un encendido solo de guitarra en ‘Nuevo’ y de
inmediato seguir con el inicio lento del bonus track ‘Campanas de
agua’ (originalmente de “Triciclo”) sin arriesgar coherencia en la
transición. Otros detalles considerados en este diagnóstico son que el
cuarteto es capaz de insertar un quiebre reggae donde no era
previsible (‘Muchas horas’), guiñarle un ojo al rock de estadio y
escuela U2 (‘Bajo piel’) y mezclar dos canciones en una (‘Un minuto’).

La segunda entrega de Tejado Pimiento debería dejar satisfechos a
quienes buscan el recambio generacional del rock chileno, esa anhelada
continuidad que tantos necesitan para estar cómodos y seguros. En
“Sensación de verdad” está todo ordenado y listo para servir:
interpretaciones al uso, letras con una que otra frase para enmarcar,
melodías bonitas (como la del sencillo que da nombre a este EP) y un
largo etcétera de características que dan forma a lo que
convencionalmente se considera una promesa musical criolla. Desde ahí
en adelante, el caprichoso camino que eleva a músicos y entierra a
otros es campo abierto a caminar. Que comience, una vez más, la lucha
entre fortuna y virtud.